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Lejos en casa

Los “Guerreros Taeguk” organizaron la Copa del Mundo 2002 en conjunto con Japón y alcanzaron las semifinales. Horarios incómodos para estas latitudes y polémicas aún no resueltas fueron los principales ingredientes para el Mundial que dejó a los surcoreanos (y cualquier seleccionado asiático) entre los 4 mejores.

El primer pantallazo para albergar una fiesta deportiva en Corea del Sur se dio en1988 con los Juegos Olímpicos de verano. Seúl sería elegida sede y por segunda vez en la historia Asia tendría a un país anfitrión para tamaña cita deportiva (Tokio en 1964 fue la primera).

La idea de organización en conjunto tuvo su prueba piloto en 2000 con la Euro celebrada en Países Bajos y Bélgica. Más estadios, más convocatoria y más recaudación pero cómo decidir en qué país se jugaría la final sin que el otro se enojase. Entonces la fortuna indicó que uno tendría a cargo la apertura y el partido inaugural mientras que el otro sería el que otorgase el escenario de la gran definición.

Algo parecido sucedió para la Copa del Mundo 2002. En principio se pensó solamente en Japón por una cuestión tecnológica y de infrasestructura pero le jugaba en contra su poca tradición futbolística y una liga profesional con apenas 9 años de vida. Claro que la FIFA pensó en términos políticamente correctos y le endosó a los nipones otro anfitrión con mejor representación continental. Por eso Corea del Sur tuvo su chance y en el Estadio Olímpico de Seúl se daría comienzo al primer Mundial disputado en el “Gran Continente”.

Los “Guerreros Taeguk” regresaron a la Copa del Mundo en 1986 luego del pésimo estreno en Suiza 32 años antes, con 2 goleadas históricas encajadas frente a Hungría (0-9) y Turquía (0-7). No fue del todo mala su actuación en suelo azteca pese a compartir zona con 2 campeones mundiales (Argentina e Italia) y se dieron el gusto de al menos arrancarle un empate 1-1 a Bulgaria.

Un retroceso evidente en Italia 1990 con 3 caídas y una mejoría 4 años más tarde en los Estados Unidos, con un par de empates ante España 2-2 en el debut (luego de ir 2-0 abajo) y 0-0 con Bolivia. Derrota ajustada por 3-2 frente a la vigente campeona Alemania y buenas sensaciones para el seleccionado surcoreano.

Claro que la debacle se produjo en Francia 1998 con el paso en falso frente a México por 3-1 y el lapidario 0-5 sufrido ante Países Bajos, que terminó con la renuncia como entrenador del reconocido Cha Bum Kun. El amor propio de los jugadores sacó una inesperada igualdad 1-1 con Bélgica en lo que fue la despedida de ambos seleccionados de la Copa del Mundo.

Llegó el momento de jugar de local y los “Guerreros Taeguk” aprovecharon al máximo esa condición. El elegido para comandar a Corea del Sur en la aventura mundialista fue el neerlandés Guus Hiddink, que traía consigo los pergaminos de haberse consagrado a nivel europeo con el PSV Eindhoven y a nivel Mundial con el Real Madrid.

El debut en el Mundial fue resonante porque se impuso por 2-0 sobre Polonia en Suwon (goles de Sun-hong Hwang y Yoo Sang-chul) y consiguió su primera victoria en la historia del certamen. El segundo compromiso de los surcoreanos terminó empatado 1-1 con los Estados Unidos en Daegu (diana de Ahn Jung-hwan) y no debía perder frente a Portugal si quería seguir con vida en el torneo.

Primer cimbronazo de los “Guerreros Taeguk” sobre los lusos con el histórico 1-0 en Incheon, cortesía de Park Ji-sung. Claro que hubo que empezar a poner la lupa sobre los arbitrajes porque Portugal sufrió 2 expulsiones en ese partido: Joao Pinto a los 27´ y Beto a los 66´. Un poco más de 20 minutos con 9 hombres fue demasiada ventaja para los dueños de casa (nuestro conocido Ángel Sánchez impartió justicia en ese encuentro).

Superada la fase de grupos por primera vez en los octavos esperaba nada menos que Italia. El referí de ese duelo sería el ecuatoriano Byron Moreno y durante 117 minutos se vio uno de los arbitrajes más parciales y escandalosos en una Copa del Mundo. De entrada, a los 4 minutos de juego señaló un penal por una dudosa falta de Francesco Coco pero la justicia llegó enseguida porque Gianluigi Buffon le detuvo el disparo a Park Ji-sung.

La “Azzurra” se adelantó con un cabezazo de Christian Vieri a los 18 minutos y parecía que se terminaba la historia. Hasta que el silbato de Moreno comenzó a inclinar la cancha en favor de los locales: goles anulados, faltas no cobradas para uno y sí sancionadas para el otro. En tiempos de VAR hubiese quedado más expuesto, pero en ese momento no se tomó demasiada conciencia de lo que pasaba en el partido.

Seol Ki-hyeon empató la contienda a 2 minutos del epílogo y forzó la prórroga. El escándalo prosiguió en el tiempo extra con la expulsión de Francesco Totti y un gol mal anulado a Damiano Tommassi. Encima Ahn Jung-hwan – justo el que jugada en el Perugia de Italia – metió un cabezazo a los 117´ y declaró la muerte súbita de los italianos.

Casi de regalo, Corea del Sur se metió entre los mejores 8 del certamen y debía verse las caras con España, que venía de superar a una aguerrida Irlanda en los penales. El árbitro elegido fue el egipcio Gamal Al-Ghandour y su actuación no desentonó para nada con el pésimo desempeño de su colega ecuatoriano en la instancia previa.

Los 2 asistentes – Tomusange de Uganda y Ragoonath de Trinidad & Tobago – también fueron parte de otro robo descomunal de los surcoreanos. Lo de Al-Ghandour se vio en la permisividad para que los anfitriones pegasen a mansalva sin cobrar falta alguna. Pero lo más escandoloso fueron los 2 goles anulados al seleccionado español: primero un cabezazo de Rubén Baraja en el que se señaló una inexistente falta previa de Iván Helguera. Y luego otro a Fernando Morientes porque la pelota había salido del terreno de juego en el centro de Joaquín (el balón ni cerca se escapó de los límites de la cancha).

Llegaron los penales con el marcador en silencio durante 120 minutos y allí la fortuna sonrió a los asiáticos al imponerse 5-3 en la definición y así clasificarse a semifinales.

La verdadera “furia” la desató la prensa española (Foto: Mundo Deportivo)

Tachadas Italia y España, en el horizonte cercano aparecía Alemania y era hora de parar con esta locura. Los germanos no anduvieron con vueltas y le ganaron con justicia 1-0 a Corea del Sur, cortesía de Michael Ballack a 15 minutos del epílogo. Fin del sueño de los “Guerreros Taeguk” y un poco de cordura frente a un manto de sospechas generalizado.

El partido por el tercer puesto encontró a los surcoreanos ante otro convidado de piedra, Turquía, que también llegó más lejos de lo que se esperaba y sólo fue derrotado por Brasil en 2 ocasiones (fase de grupos y semis). Hakan Sukur convirtió a los 11 segundos el tanto más tempranero en la historia de los Mundiales y el partido terminó 3-2 en favor de los otomanos, que se hicieron con el bronce en una actuación más que superlativa.

Corea del Sur tenía equipo y cuerpo técnico para demostrarle al mundo que había evolucionado en su juego. Por momentos lo hizo en el verde césped pero la imagen de la complacencia arbitral fue más fuerte que el progreso de un seleccionado que tenía sobrados motivos para decir que era el más fuerte de Asia.

Guus Hiddink pasó a ser héroe nacional y Park Ji-sung fue el emblema del fútbol surcoreano sin desentonar para nada en el siempre exigente Manchester United. Los “Guerreros Taeguk” se sintieron más que cómodos en un campo de batalla conocido y llegaron más alto que cualquier otro seleccionado del continente.

Pese al qué dirán fue una hazaña difícil de igualar, no solamente para los surcoreanos sino para un país que no sea parte de la UEFA o Conmebol (bueno, mencionemos también a Estados Unidos en 1930 en un Mundial de 13 equipos). Quizás en condiciones normales, es decir sin la complacencia arbitral, el camino hubiese sido más corto. De hecho, Corea del Sur solamente pasó la fase de grupos en 1 de las 5 Copas del Mundo que disputó luego de 2002.

Ese “holandés errante” de Hiddik lo hizo posible cuando pocos confiaban en su liderazgo y en la capacidad de su tropa. Un seleccionado condenado a vagar sin rumbo por los mares finalmente llegó a buen puerto. El “buque fantasma” que transportó a Corea del Sur a la odisea de 2002 con el correr de los años tuvo su redención. Y será recordado por la épica en un deporte que casi siempre suele ser desigual para con los más débiles. Un país celebró al máximo como si hubiese levantado el trofeo. Y Richard Wagner nos mostró que “la alegría no está en las cosas, sino en nosotros”.

Por Emiliano Schiavi / @ejschiavi

(Foto Principal: Selección de Corea del Sur archivo)

Emiliano Schiavi

Soy Emiliano Schiavi y siempre me interese por el fútbol internacional. Sin cable ni internet me las arreglaba leyendo el "Guerin Sportivo" o cualquier revista extranjera que sólo se conseguía en pocos kioscos del Centro. También me acompañaba algún VHS sobre la historia de los mundiales y nunca me cansaba de verlos. Por eso le preste atención al fútbol de Europa, Africa, Asia y - si estaba aburrido - Oceanía. Descubrí un medio maravilloso como la radio y conocí buena gente (grandes amigos) que me acercaron al Rincón del Fútbol. La radio es una pasión, pero escribir es un deleite. Y todos los dias lo hago en este espacio, donde investigo y me gusta informar y entretener. Mi mayor expectativa para este nuevo proyecto es seguir aprendiendo. Porque a los 45 años también se aprende, créanme. Tengo total libertad para expresarme, leer y ser leído. Porque nadie desafina cuando uno escribe lo que se le canta. Digamos todo ...

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