África

África Mía: “Balas de cobre”

Allá por septiembre de 1988, el periodista italiano Gianni Mura escribía: -“¿Por qué Zambia le hizo 4 goles (y pudieron ser más) a Italia? Porque Zambia juega BIEN”. Los zambianos sorprendieron a todos en los Juegos Olímpicos de Seúl ´88: empataron 2-2 ante Irak en el debut y le encajó a Italia una goleada de estruendo (4-0). Fue una pesadilla para la Azzurra y la noche soñada por Kalusha Bwalya, autor de 3 goles. Luego repitieron el marcador ante Guatemala y sellaron el pase a cuartos. Sin embargo, Alemania les dio un cachetazo (también por 4-0) con 3 goles de Jürgen Klinsmann y los enviaron a casa. Nacía una generación de grandes jugadores, con gran futuro.

Chipolopolo es el apodo de la selección de Zambia: significa “balas de cobre”. El primer protagónico de los zambianos se dio a nivel continental, cuando alcanzaron la final de la Copa de Naciones 1974 ante Zaire (primer equipo de “África Negra” en clasificarse a un mundial, aunque con una participación nefasta). Fue empate 2-2 y posterior victoria 2-0 de los zaireños en el replay.

Luego del impacto logrado en Seúl ´88, Zambia se proponía cumplir sus dos grandes objetivos: clasificar por primera vez para un mundial y ser campeones continentales. Sin embargo, aún no estaban listos; Túnez quedó por delante en el grupo clasificatorio para Italia ´90 y se ganó el derecho de jugar por una de las plazas ante Camerún (finalmente, los Leones Indomables lograrían el pasaje).

Kalusha Bwalya había ganado en experiencia y era considerado pieza clave en el PSV Eindhoven holandés. El delantero no se encontraba solo, ya que Charly Musonda (por entonces en el Anderletch belga) también aparecía como una de las figuras de Zambia. Ahora sí, las balas de cobre había que apuntarlas hacia los Estados Unidos. Los zambianos llegaron a la ronda final de clasificación y compartieron el grupo con Marruecos y Senegal. Pero una tragedia terminó con la ilusión.

En 1993, el avión militar que transportaba a 18 jugadores de la selección de Zambia, cayó al mar a poco de despegar del aeropuerto de Libreville. No hubo sobrevivientes. Entre las víctimas se hallaba un viejo conocido por estas tierras: se trataba del arquero Edford David Chaballa, quien defendió la valla de Argentinos Juniors.

Tanto Bwalya como Musonda no viajaron en ese avión, ya que se encontraban en Europa, con sus clubes.  No hubo ánimo, sólo tristeza. Ya no importaba el Mundial.

La reciente tragedia de Chapecoense recordó a esta vieja herida que aún no cierra (Foto: goal.com).

Kalusha decidió honrar la memoria de sus compañeros: no solamente jugó sino que también fue el entrenador del equipo nacional. Ya sin Musonda (decidió retirarse del seleccionado), Bwalya formó un equipo competitivo y ofensivo, con vistas a la Copa Africana de Túnez 1994.

Con más corazón que fútbol, y contra todo pronóstico, Zambia llegó a la final, como había ocurrido 20 años antes. Sin embargo, la poderosa Nigeria (clasificada al Mundial ´94 y que luego fuera campeona olímpica en Atlanta ´96) ganó 2-1 y se quedó con el título.

Pero el fútbol da revancha (la vida también, a veces) y fue la ciudad de Libreville la que encontró a los zambianos con ansias de homenajear a quienes habían muerto en esa tragedia. Pasaron 19 años y la capital de Gabón había sido designada como sede del partido final de la Copa de Naciones 2012. Kalusha Bwalya no jugaba; tampoco dirigía: era el presidente de la Federación de Fútbol de Zambia. Desde esta nueva función, sabía que podía lograr ese sueño tan esquivo.

Sin problemas clasificaron en el Grupo A por delante de Guinea Ecuatorial, Libia y Senegal. Golearon a Sudán en cuartos (3-0) y debieron batallar para derrotar Ghana, uno de los animadores, por 1-0. Tercera final en su historia y las ganas de escribir el primer triunfo. Enfrente estaba Costa de Marfil: sería el candidato de todos vs. el poco esperado por muchos.

Se jugaron 120 minutos y no hubo goles. Los Elefantes tuvieron un penal a favor, pero Didier Drogba lo pateó por encima del travesaño. Las “balas de cobre” resistieron heroicamente. No asomaba ganador alguno y finalmente hubo disparos, pero desde el punto del penal. Stophira Sunzu acertó el último y fue triunfo de Zambia 8-7. Los jugadores se abrazaron y lloraron de emoción por la hazaña conseguida. Desplegaron una pancarta que decía “en memoria de ustedes, los 93”. Kalusha lo había logrado y dejaba una frase para el recuerdo: – “a veces, sólo cuando uno busca en lo más profundo de su alma sale algo especial”. Disparó al cielo azul: las “balas de cobre” honraron la memoria de sus muertos. Para un hombre, un equipo y un país, el fútbol dejó de lado – aunque sea por un instante – tanto sufrimiento y les devolvió esa alegría tan preciada.

El homenaje al fin se dio en el campo de juego. Memoria honrada para calmar un poco ese dolor (Foto: dailymail.co.uk).

(Foto Principal: Coronel Von Rohaut).

Emiliano Schiavi

Soy Emiliano Schiavi y siempre me interese por el fútbol internacional. Sin cable ni internet me las arreglaba leyendo el "Guerin Sportivo" o cualquier revista extranjera que sólo se conseguía en pocos kioscos del Centro. También me acompañaba algún VHS sobre la historia de los mundiales y nunca me cansaba de verlos. Por eso le preste atención al fútbol de Europa, Africa, Asia y - si estaba aburrido - Oceanía. Descubrí un medio maravilloso como la radio y conocí buena gente (grandes amigos) que me acercaron al Rincón del Fútbol. La radio es una pasión, pero escribir es un deleite. Y todos los dias lo hago en este espacio, donde investigo y me gusta informar y entretener. Mi mayor expectativa para este nuevo proyecto es seguir aprendiendo. Porque a los 45 años también se aprende, créanme. Tengo total libertad para expresarme, leer y ser leído. Porque nadie desafina cuando uno escribe lo que se le canta. Digamos todo ...

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1 Comentario

  1. Diego González dice:

    ¡Chapeau! gracias maestro!!

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