Los “Blues” fueron inteligentes y efectivos para desarticular a un desorientado Manchester City. Segunda “orejona” para los londinenses, que suman su séptimo título continental.
En Portugal hubo final inglesa y choque de estilos para decidir al nuevo rey europeo, y lo que primó por sobre todas las cosas fue la simpleza. En el Estadio do Dragao, en Oporto, Chelsea venció 1-0 a Manchester City y es el campeón de la UEFA Champions League.
Unas 16 mil almas en el escenario luso – la falta de costumbre de ver público en las gradas daba la sensación que había muchas más – para darle el cierre formal a la temporada 2020-21 del fútbol en el “Viejo Continente”.
De un lado Chelsea, con un plan que le dio buenos resultados a lo largo de la competición. Una férrea defensa (8 vallas invictas en 12 juegos); un mediocampo sólida recuperación y rápida circulación de la pelota; y un ataque con mucho sacrificio y compromiso. Quizás esta última faceta es la que no funcionó a pleno, con un Timo Werner luchó más de lo que anotó.
Enfrente Manchester City y el manual guardioleano de estilo. El culto a la posesión y la presión constante para hacerse en todo momento del preciado objeto del deseo. Guardiola y su conocido libreto de tener siempre el balón, que es la mejor manera de controlar al rival.
Pero lo que parecía en la previa una partida de ajedrez, unos movimientos sobre los escaques a la larga fueron decisivos. Tüchel se inclinó por Reece James para controlar los desbordes de Raheem Sterling y la jugada le salió perfecta. Pep dejó vacantes 2 espacios claves y esa decisión fue determinante: no hubo un 5 ni un 9 de área (ni Fernandinho en el medio ni Gabriel Jesús o Sergio Agüero en el ataque).
Los “Cityzens” comenzaron con un pressing notable. Por cada jugador de los “Blues” había 2 del equipo de guardiola que buscaban la pelota y la salida de los londinenses se ensuciaba y era poco clara. Así y todo, el monopolio del balón no era propiedad total de Manchester City.
La primera acción de riesgo estuvo a cargo de Chelsea. Se notaban las dudas en el fondo de Kyle Walker y de John Stones y los de Tüchel lastimaron con diagonales profundas. Timo Werner quedó de cara al gol tras un centro atrás de Mason Mount y el disparo del germano no tuvo demasiada potencia, fácil para un atento Ederson.
El tiki-tiki era vistoso pero poco efectivo. Si un equipo tiene la pelota casi todo el tiempo pero no partea al arco, por más que algunos periodistas quieran ponderar el lirismo y el falso orgullo del “jugar bien”, el premio final se lo lleva el que convierte más goles (perdón por el spoiler).
La sólida última línea de Chelsea sufrió una baja importante con la lesión de Thiago Silva (tuvo que ser reemplazado por Andreas Christensen). Sin embargo, Antonio Rüdiger tomó la voz de mando y el danés se acomodó enseguida para mantener el orden en el fondo.
Bastó que un futbolista cerebral se tomase un segundo para el toque justo y así Chelsea se puso en ventaja. Minuto 42 y Mason Mount destiló su increíble visión de juego. Werner picó por un costado y arrastró la marca de Walker. Kai Havertz se mostró por el medio y hacia él partió el milimétrico pase de Mount. Falla en la cobertura de Rubén Días y el alemán quedó cara a cara con Ederson. Salida apresurada del portero brasileño y gambeta larga del volante alemán. Definición con el arco vacío y 1-0 arriba los “Blues”.
Manchester City falló porque no gravitaron los que suelen jugar bien siempre. Tanto Kevin De Bruyne como Riyah Mahrez se mostraron inconexos y las ganas de Phil Foden no alcanzaban. La idea de juntar a los sabios con buen pie fue genial en la teoría, pero en la práctica no pudieron armar pequeñas sociedades.
En el complemento Guardiola decidió reacomodar la columna vertebral y se acordó que podía jugar con un 5 y un 9. Recién a la hora de partido ingresaron Gabriel Jesúe y Fernandinho como para patear el tablero y acelerar los tiempos: ahora alguien la recuperaba en el medio y en el ataque había otro que mostraba presencia en el área.
Sin embargo, el que estuvo más cerca de llevar peligro al área de enfrente fue Chelsea porque el ingreso de Christian Pulisic le dio otra frescura a la hora de encabezar los contraataques. De hecho, el estadounidense tuvo 2 chances para liquidar el pleito: una frente a Ederson en la que le quedó poco resto y remató ancho; y la otra con un disparo desde afuera del área que se abrió demasiado.
Los “Cityzens” fueron veloces por los costados porque los “ligeritos” hacían la diferencia. Pero la defensa londinense fue tan solidaria que ante la más mínima grieta enseguida llegaba el auxilio para emparchar. Así fue como César Azpilicueta salvó in extremis un toque al medio en plena área chica y como Rüdiger lo cruzó a Foden cuando estuvo en una posición inmejorable para rematar al arco.
Sergio Agüero ingresó para tener mayor peso específico en ataque pero tampoco tuvo demasiada participación. La jugada desesperada de Guardiola fue cerrar un poco su libro de fútbol y comenzar a llenar de centros el área contraria. Y un equipo que no está acostumbrado al juego aéreo como único recurso, es probable que sea presa fácil de otro que sabe defenderse como nadie.
Ni el tiro del final les salió a los “Cityzens”. De un saque de costado en forma de centro, la pelota fue rechazada hacia afuera del área. Mahrez le dio con la derecha, la de palo, pero sacó una linda volea. La fortuna golpeó a las puertas de Edoard Mendy, quien quedó arrodillado como si elevase una plegaria y la pelota se fue muy cerquita por arriba del travesaño. Se gritó como gol propio.
No hubo tiempo para más y Chelsea tocó con las manos el cielo europeo por segunda vez en su historia. La gesta de 2012 contra todo y contra todos (cambio de entrenador en el medio, eliminar a Barcelona, sobrevivir al Bayern en su propia casa) tuvo un sabor especial y esta nueva conquista es un premio a la perseverancia. Los “Blues” estuvieron a la altura en esta final y son merecidos vencedores.
Simple, sólido, efectivo e inteligente. Un equipo que funcionó como tal y no tuvo fisuras. Puede gustar o no el estilo, pero eso queda en el paladar de cada analista. El trofeo lo levantó el que hizo más goles y Thomas Tüchel tuvo su merecida revancha luego del despido de PSG (y eso que lo llevó a su primera final de Champions). Justicia poética para el alemán y nueva conquista para Londres. Porque una parte de Manchester quedará junto al mar (la de tono celeste, esa que ni por asomo se acerca al rojo pasión que supo enaltecer a la ciudad desde siempre). Pero la capital inglesa se teñirá nuevamente de azul y el cuadro elegido es del de Chelsea campeón. Como dijo alguna vez el pintor Henri Mattise: –“Un cierto azul entra en tu alma”.
Síntesis:
Manchester City (0): Ederson; Walker, Stones, Rubén Días y Zinchenko; Bernardo Silva (Fernandinho), Gündogan, Foden; Mahrez, De Bruyne (Gabriel Jesús) y Sterling (Agüero). DT: Pep Guardiola.
Chelsea (1): Mendy; R. James, Azpilicueta, Thiago Silva (Christensen), Rüdiger y Chilwell; Kanté, Jorginho, Havertz y Mount (Kovacic); Werner (Pulisic). DT: Thomas Tüchel.
Gol: Kai Havertz (43´) (CHE)
Árbitro: Antonio Mateu Lahoz (España)
(Foto Principal: @ChampionsLeague)