El “Matador” finalizó la segunda mitad del año en la undécima posición de Primera División, alejado de la zona de descenso y con una cantidad agradable de puntos, que podría ser mayor. A lo largo de estas catorce fechas, la “T” pasó por todas.
Talleres llegó a la máxima categoría del fútbol argentino tras ascender de manera invicta desde la B Nacional. Mantuvo nombres importantes y se reforzó en casi todas las líneas para afrontar un duro campeonato.
No iba a ser fácil, lógicamente, pero jamás imaginó un comienzo tan negativo: dos puntos en los primeros cinco partidos. Empates ante Racing (en Avellaneda) en la primera fecha e igualdad con Banfield en la cuarta (en Córdoba), sus únicos puntos; y derrotas ante River, Colón y Aldosivi. En esas 5 fechas iniciales, convirtió tan sólo 2 goles, ante la “Academia” y ante el “Tiburón”. Pero lo llamativo es que no había sido superado por ninguno de sus rivales. La idea de juego estaba clara, generaba muchas ocasiones, pero no concretaba y se sumergía en la zona roja. Esa falta de gol fue la falencia más grande del equipo de Frank Darío Kudelka, que tras ser consultado por su forma dijo: “Yo muero con la mía”.
La convicción del DT, trasladada a los propios jugadores, dio sus frutos: cinco triunfos consecutivos. El primero, visitando a San Martín de San Juan. Después venció a Defensa y Justicia, Vélez Sarsfield, Patronato y Atlético Rafaela.
No fue casualidad, sino causalidad. El trabajo y el convencimiento en la idea, la gran actuación de Guido Herrera en el arco, la solidez defensiva a pesar del cambio de nombres (Leo Godoy, Quintana, Gandolfi, Komar, Escobar) y un mediocampo impecable con Pablo Guiñazú y Leonardo Gil, más las pinceladas de fútbol de Emanuel Reynoso. Todo eso posibilitó un gran momento y una racha inédita en el Torneo actual, para la cual fueron claves Jonathan Menéndez y Sebastián Palacios, los extremos goleadores. Pero, la parte negativa, es que la “T” nunca encontró el 9. Tuvieron chances Muñoz, Vuoso, Strahman, Klusener y Afolabi (más tarde). Algunos por bajo rendimiento individual y lesiones constantes, otros porque la pelota no les llegó de manera clara, pero ninguno se pudo asentar. En ese momento no importaba demasiado, porque el “Tucu” y “Jony” la metían y los resultados se daban.
Llegó la fecha 11, donde comenzó otra racha. El “Matador” se midió ante el último de la tabla, Arsenal de Sarandí, en el Kempes. Ya sin Menéndez, baja por lesión desde fechas antes, y con un pobre rendimiento de Palacios, fue empate 0 a 0. Ninguno de los ingresantes pudo sacar algo de la galera. En la fecha 12, visitó al por entonces puntero del Torneo, Estudiantes de La Plata. La novedad fue el debut del nigeriano Okiki, que poco pudo hacer para evitar otro 0 a 0. En ambos partidos, el rendimiento futbolístico fue aceptable y se notó una gran concentración.
Luego, recibió a Newell’s por la fecha 13. Un gol en la última jugada amargó a la “T”, que terminó empatando 1 a 1, jugando tal vez uno de los mejores partidos del campeonato pero pecando de individualismo e ineficacia. Finalmente, cerró el semestre con una derrota ante Huracán, en Parque Patricios, por 1 a 0. Ese encuentro fue uno de los peores en cuanto a volumen de juego del elenco cordobés, que más allá de eso no mereció irse con las manos vacías.
En resumen, tres momentos marcados en el semestre de la “T”: los primeros cinco partidos en los que obtuvo tan sólo 2 puntos; los segundos cinco partidos que los ganó de manera consecutiva; y los últimos cuatro encuentros en los que no triunfó y, de yapa, terminó una racha de ocho sin derrotas.
El balance, a pesar de todo, es positivo: 20 puntos producto de 5 partidos ganados, 5 empatados y 4 perdidos. En la undécima posición y lejos de la zona de descenso, el equipo de Barrio Jardín es el menos goleado del torneo: sólo recibió 8 goles. La posición en la tabla claramente no refleja el gran rendimiento del Albiazul, que debería estar más arriba. Pero claro, el fútbol no entiende de merecimientos.