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Estambul: religiosa, histórica y apasionada

Hoy en día, el nombre Estambul quizá sea más reconocido por la infinidad de novelas turcas que la televisión argentina importa para llenar la programación diaria. Sin embargo, ese nombre alberga gran parte de la historia mundial y procede a otra denominación que habla por sí sola: Constantinopla.

Vista del ícono de Estambul: la mezquita Santa Sofía. Foto: Moyan Brenn.

Estambul es actualmente la ciudad más importante de Turquía, ya que es la más poblada y en donde se desarrolla la vida económica y cultural del país. Más allá de que actualmente la capital es Ankara -que se encuentra a casi 500 kilómetros-, Estambul fue la capital de dos de los Imperios más poderosos: el romano y el otomano.

La ciudad fue fundada por colonos griegos alrededor del 600 a.C. con el nombre de Bizancio en honor a Bizas, un rey de aquel entonces en Grecia. Tras estar en manos de atenienses, espartanos, persas y hasta incluso del gran conquistador Alejandro Magno, Bizancio fue conquistada por el Imperio romano de Oriente, que ganó con ella un importante punto estratégico para su comercio debido a su gran ubicación: tiene conexión entre Europa y Asia, y un nexo entre el mar Negro y el mar Mediterráneo a través del estrecho del Bósforo.

Interior de la mezquita Azul, la más grande de la ciudad. Foto: www.estambul.es

La conquista de Bizancio por parte de los romanos fue transcendental para la historia de la ciudad, que quedó destruida luego del asedio imperial. Sin embargo, la importancia de su ubicación geográfica hizo que el emperador de aquel entonces, Constantino I, decidiera refundarla e incluso plantearla como una “Nueva Roma”. Fue justamente gracias al nombre de ese gobernante que la creciente metrópoli pasaría a llamarse Constantinopla y, curiosamente, gracias a la relevancia de la ciudad, el Imperio romano de Oriente es también conocido como Imperio bizantino.

Tras más de mil años en poder de los romanos, Constantinopla volvió a sufrir grandes cambios. En primer lugar, pasó a tener un nuevo dueño, ya que los turcos otomanos -que habían logrado controlar a los demás estados turcos- se la arrebataron al Imperio romano de Oriente, un hecho que marcó el fin de esa parte del Imperio romano y también de la Edad Media. Por otro lado, la ciudad cambió de nombre: pasó a llamarse como la conocemos actualmente, Estambul (İstanbul, en turco), más allá de que también se la siguió conociendo como Constantinopla. De todas formas, el cambio más grande fue cultural, ya que se pasó del cristianismo al islam, algo que modificó rotundamente la idiosincrasia de sus habitantes y la arquitectura de cada uno de sus rincones.

El puente sobre el estrecho del Bósforo, la conexión entre la parte europea y la parte asiática de Estambul. Foto: www.miviaje.com

La última modificación severa que debió sufrir Estambul se produjo en 1923, cuando el Imperio otomano se disolvió tras la Primera Guerra Mundial. Fue allí cuando la ciudad pasó a formar parte de la recién formada República de Turquía, que surgió tras la Guerra de Independencia Turca, en donde el Movimiento Nacional rechazó de su territorio a los Aliados, que habían vencido al Imperio otomano. También en ese año fue oficializado su nombre actual y se decidió que no fuera la capital del país.

A pesar de que no es uno de los destinos más buscados por el común de los turistas, la multicultural Estambul ofrece un montón de atractivos de los cuales disfrutar. A nivel religioso, cuenta con las mezquitas Santa Sofía -que era la iglesia del Papa antes de la ocupación otomana- y Azul, que es el templo más importante de la ciudad. En cuanto a lo arquitectónico, los edificios más destacados son el Palacio Topkapi, que fue la sede de gobierno de los sultanes de Constantinopla, y la Torre Gálata, que es una de las más antiguas del mundo y que brinda una de las mejores vistas de Estambul.

La Torre Gálata, el punto más alto de la ciudad. Foto: www.estambul.es

Sin embargo, más allá del interés histórico y cultural, esta gran metrópoli también se destaca por ser una de las más apasionadas del mundo en lo que al fútbol respecta. Allí, entre otros, residen los tres equipos más importantes del país: Beşiktaş, Fenerbahçe y Galatasaray. Entre ellos se reparten la mayoría de los títulos nacionales y mantienen una gran rivalidad, pero la más fuerte y apasionada es la que enfrenta a Fenerbahçe y Galatasaray.

El clásico entre estos dos clubes -los más grandes y ganadores de Turquía- es denominado “Derbi Intercontinental”, debido a que uno de ellos está en la parte europea de la nación (Galatasaray) y el otro se encuentra en la parte asiática (Fenerbahçe). Esta diferencia cultural es el condimento que más acrecienta la rivalidad, algo que se suma al origen de ambos: mientras que Galatasaray fue fundado por estudiantes de la alta sociedad y por ende era considerado el “Equipo de los ricos”, Fenerbahçe era de raíces humildes y por eso se lo conoce como el “Equipo del pueblo”.

La atmósfera de un Derbi Intercontinental moderno. Foto: www.marca.com

En cuanto a títulos, quien sale ganando es Galatasaray. Los “Leones” conquistaron 61 torneos nacionales, 18 regionales y 2 internacionales. Ambas copas continentales las levantó en el 2000, primero al quedarse con la Copa de la UEFA tras vencer por penales al Arsenal -hecho que lo convirtió en el primer club turco en ser campeón de competencias internacionales-, para luego ganarle la Supercopa de Europa al Real Madrid, que unos meses después sería derrotado por Boca Juniors en Japón en el marco de la Copa Intercontinental.

Si de historial entre ambos clubes se habla, las cosas son distintas. Allí prevalece el Fenerbahçe, quien posee una ventaja total de 23 partidos (146 a 123). Los “Canarios” además superan a su rival en los torneos regionales, ya que cuenta con un total de 21 trofeos. Su rico palmarés se completa con 54 certámenes nacionales.

El Şükrü Saraçoğlu Stadyumu hecho un infierno en un Derbi Intercontinental. Video: YouTube.

El duelo futbolístico entre ambas instituciones muchas veces ha quedado opacado por las batallas que se produjeron entre los simpatizantes de ambos lados. A diferencia de la gran mayoría de los países europeos, Turquía vive una intensa pasión por el deporte de la redonda, algo que lo ha llevado a sufrir grandes incidentes cuando sus dos máximos clubes se enfrentan. Más allá de eso, también de destaca lo más lindo del fútbol en este clásico: el color en las tribunas. Tanto en el Türk Telekom Arena (Galatasaray) como en el Şükrü Saraçoğlu Stadyumu (Fenerbahçe) puede vivirse una gran atmósfera en las tribunas, con banderas y bengalas que conforman un espectáculo impresionante.

Por si todavía surgen dudas al pensar en Estambul como un posible destino, vale la pena repasar lo detallado anteriormente. Historia, cultura, maravillas geográficas, arquitectura milenaria y fútbol. Un fútbol apasionado y diferente al que suele esperarse en el Viejo Continente. ¿Hace falta agregar algo más para pensar en volar a Turquía?

Imagen destacada: www.guiapaises.com

Martín Bugliavaz

Periodista. Me gusta contar historias.
Llegué al Rincón con el objetivo de comunicar con responsabilidad y también para aportar una mirada diferente del fútbol, con la cultura como pilar fundamental.

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