El principal rival directo que tiene Independiente Rivadavia en su lucha por no descender no es tal o cual club, es lamentablemente el propio equipo. Propio de sus limitaciones, la Lepra se hunde sólo, sobre todo cada vez que juega de local.
Lo más llamativo es que el mismo equipo que es capaz de hacer un gran partido de visitante ante Quilmes, no puede con un rival más limitado, Sarmiento, que encima le llega una vez, le convierte y le alcanza para llevarse los tres puntos del Parque.
Está más que demostrado que los azules no pueden tomar el protagonismo cuando juegan de local; en lo que va del año, Independiente no ha ganado un partido en casa, es más sólo dos veces ha sumado de a tres en esta condición, lo hizo el año pasado cuando superó primero a Instituto -por la 4 fecha 2 a 0- y la última ante Ferro -en la fecha 10 por el mismo marcador-, lo que vinieron después fueron todas amarguras.
El domingo contra Sarmiento, el equipo volvió a decepcionar a los miles de hinchas leprosos que le dieron un gran marco al Bautista Gargantini, pero una vez más se fueron con la mirada al piso y buscando explicaciones del porqué su equipo no puede brindarles una alegría en casa.
A la Lepra le quedan seis “finales” y lo que no puede conseguir de local lo tendrá que recuperar afuera.
El Azul jugará el próximo sábado a las 16 en Campana ante Villa Dálmine y el encuentro será arbitrado por Nazareno Arasa.
Foto: Prensa Independiente Rivadavia