LOS GOLONDRINAS
Se dice “golondrina” al trabajador que se dedicaba a la cosecha y en cada temporada va mutando su residencia según la época del año. Análogamente, podemos decir que en estos tiempos en el fútbol (más en el Federal), se abrió una especie de trabajadores “golondrinas” o de temporada, y cada jugador lleva consigo un sueño, sacrificando a la familia.
Sebastián De Luca, hoy jugador de Atletico Chicoana en el Federal B, es un ejemplo y ésta es su historia.
-¿Cuándo decidiste ser jugador de fútbol?
-Desde chico empecé a vivir con la redonda, gracias a mi amigo Nahuel Fantin que me hizo conocer una cancha cuando apenas empezábamos a usar la razón y, desde ahí, nunca más deje de tratar de cumplir el sueño.
Que, por cierto, ¡se cumplió! Pero siempre se aspira a más, y por eso soy de dejar todo en cada entrenamiento o partido mismo. Hoy me toca estar a más de 1500 km de casa, estoy jugando un Federal B. (trayectoria Talleres de Remedios de Escalada, Victoriano Arenas, Juventud de Pueyrredón de Santa Fe, Argentino de Merlo).
-¿Qué se te viene a la cabeza cuando estás lejos?
-Es un lindo sacrificio porque termino valorando absolutamente todo lo que hicieron mis viejos desde chico. Jamás me faltó nada, no tenía el botín más lujoso, pero jamás me faltó algo para poder seguir mi sueño. Así que cada partido que se juega trato de dar honor al esfuerzo de ellos, por acompañarme y bancarme.
-¿Cómo se compone tu familia?
-Papá Alejandro (ex futbolista y piloto de automovilismo), mamá Alicia, hermanos Damián, Gastón -con su esposa Aldana- y sobrino-ahijado Ignacio; y Johanna, mi novia.
-¿Sos el nene de mamá?
-No hace tres años que vivo solo.
-¿Cómo definirías tu situación?
-Hoy en día puedo vivir del fútbol y, sinceramente, no existe nada más placentero que esto. Igualmente, se hacen sacrificios grandes como bancarme no ver a la mujer que amo por un largo tiempo. Pero también tengo la tranquilidad de que siento el apoyo que me da para poder seguir creciendo, asi que si esto hoy es realidad es gracias a mi mujer también, es gracias a Johanna y toda mi familia. Así que cuando la cosa se pone difícil, porque en el fútbol no es todo color de rosa… pienso en todos ellos y tomo fuerzas para no fallarles, para no tirar la toalla y poder seguir cumpliendo el sueño.
-Jugaste en diversos lugares, ¿qué diferencias encontraste?
-Hoy puedo decir que estuve en cinco clubes distintos y, aunque siempre el objetivo es el mismo, cada uno es un mundo en especial. Por ejemplo, acá en el norte nos encomendamos a Dios antes y después del partido. En Santa fe había una alegría bárbara, y en Buenos Aires hay un profesionalismo que no importa la categoría que juegues. Son distintas vivencias y es hermoso poder contarlas.
-¿Cómo te sentís en la semana sin la adrenalina del partido?
-Sinceramente se extraña. Es difícil la distancia, el no poder compartir nada con los más queridos es duro. Lo único bueno es que siempre hay visitas, acá ya vino mi mujer y mi familia en varias ocasiones. Y se disfruta como nada en el mundo…
