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La pelota al 10

Como muchos de los equipos actuales, Tigre suele sufrir cuando no tiene ese jugador habilidoso que se haga cargo del traslado de la pelota, que sepa pararse delante de la línea de los volantes que recuperan y que logren hacer que el equipo se pare cerca del arco rival.

Normalmente ese jugador es el que tiene la responsabilidad de llevar la casaca con la número 10 brillando en su espalda y no es distinto el caso de los dirigidos por Pedro Troglio. Lo fue en algún momento Martín Morel, cuando Tigre peleó el campeonato contra Boca y San Lorenzo. Lo fue más adelante ‘la Pulga’ Matías Pérez García, que llevó a Tigre a la final de la Copa Sudamericana y que estaba acompañado de otros tantos habilidosos, como Rubén Botta y como Lucas Wilchez. Fue éste último, un histórico matador, uno que vino en el ascenso y que volvió cuando hacíamos historia, quien heredó la 10 cuando Pérez García partía hacia la MLS.

Lucas Wilchez, nacido futbolísticamente en Estudiantes de La Plata y que estuvo cedido en el conjunto de Victoria en la temporada 2005/06 y 2006/07, y luego habiendo pasado por el fútbol español, chileno, griego, así como por Estudiantes y Talleres, volvió a Tigre en 2013 y desde entonces es el dueño de la ‘10’.

Wilchez, que en agosto cumplió sus primeras 33 primaveras y que hace un par de años se lo relacionaba tan fuertemente con San Lorenzo, con Independiente y con tantos otros, decidió quedarse en Tigre. Pero con el paso de cada torneo, los nuevos técnicos, que siempre confiaron en su fino juego, ha ido perdiendo oportunidades. O mejor dicho, no ha sabido aprovecharlas.

Con Alfaro parecía que era el sistema táctico que no le permitía mostrar al mejor Wilchez, porque con Gustavo Alfaro el 4-4-2 era fijo. No se jugaba con enganche, ni con volantes ofensivos, Wilchez tenía que hacer la banda izquierda, tener llegada a ambos arcos, o quedarse en el banco. Camoranesi tuvo un paso rápido y luego llegó Troglio. Con Troglio de a poco fue perdiendo protagonismo, hasta estar alternando banco de suplentes, algunos minutos en el equipo e incluso quedar fuera de la convocatoria.

El 10 quedaba fuera de la convocatoria y eso dejaba entrever el futuro de Wilchez.

El equipo necesita jugadores en esa posición, especialmente con la lesión de Janson (que no estará en todo lo que resta del torneo) y la salida prematura de Itabel. Sin embargo, el futuro de Wilchez en el equipo está cada vez más lejos y esta semana el 10 cambió de nombre. Wilchez ausente en entrenamientos y Diego ‘Cachete’ Morales con la 10 en su uniforme.

La pelota al 10

El 10, el que debe conducir el equipo. El número no es sólo un número, es el símbolo de la confianza y la responsabilidad. Cachete, luego de un semestre donde ha dejado pinceladas de su habilidad, pero que no ha llegado a ser el Cachete de su primera etapa, asume hoy la renovada responsabilidad de liderar al Club Atlético Tigre.

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