El 13 agosto de 2014 San Lorenzo se consagró campeón de la Libertadores por primera vez en su historia. Fue 1-0 en el Bidegain ante Nacional de Paraguay, con el gol de penal de Ortigoza. En la memoria para siempre.
Hay muchos recuerdos que el hincha del Ciclón guarda en su memoria. Recuerdos llenos de emoción, de alegría, de desahogo, de tristeza. Pero ninguno, sin lugar a dudas, tiene comparación con la noche donde San Lorenzo conquistó por primera vez la Copa Libertadores. Hoy se cumplen seis años de ese día histórico para el Cuervo.
Torrico; Buffarini, Cetto, Gentilletti, Mas; Villalba, Ortigoza, Mercier, Romagnoli; Cauteruccio y Matos fueron los once que el 13 de agosto de 2014 saltaron al césped del Nuevo Gasómetro en busca de la gloria continental. El 1-1 de la ida en Asunción ante Nacional de Paraguay, dejó la definición bien perfilada para el CASLA.
Pero el Azulgrana sufrió y padeció el partido. Los nervios pesaban en una cancha colmada, con sed de gloria. A los 36′ del PT, Néstor Ortigoza convirtió de penal el gol más destacado de la rica historia del conjunto de Boedo. Ese gol, luego de una segunda etapa con los nervios a flor de piel, valió la Libertadores. Ese trofeo siempre esquivo, que ahora si, de una vez por todas, llegaba a las vitrinas de San Lorenzo.
Esa campaña del Ciclón tuvo en Edgardo Bauza al gran conductor. El DT, forjado en el torneo continental con la consagración en la Liga de Quito, armo un equipo compacto, sólido. Un conjunto que no brillaba, pero que sabía a qué jugaba. Y además, el Patón le adoso esa dosis de carácter tan necesaria.
Porque San Lorenzo clasificó de manera milagrosa a octavos, con un gol agónico de Ignacio Piatti a Botafogo en la última fecha de la fase de grupo, y gracias al triunfo de Independiente del Valle sobre Unión Española. Porque en octavos y cuartos hubo que definir en Brasil, ante Gremio y Cruzeiro respectivamente. Porque hubo que atravesar un largo parate por el Mundial de Brasil. Porque el Cuervo perdió para las semis y la final a Ignacio Piatti y Ángel Correa.
Pero hubo carácter y el CASLA se sobrepuso a todo. La figura enorme de Torrico en el arco, las proyecciones de Más y Buffarini en los laterales; la jerarquía en el mediocampo del doble cinco Mercier-Ortigoza; el idolo Leandro Romagnoli con la diez; la dosis goleadora de Matos y Cauteruccio y el talento de Piatti, se amalgamaron para recorrer América en busca de la cima.
Seis años ya, parece algo lejano. Pero los recuerdos imborrables del pueblo Azulgrana, hacen que la noche del 13 de agosto este viva y fresca. Como si fuese ayer, como si fuese todos los días de acá en adelante. Porque ese día el Cuervo hizo historia y la historia nunca muere.
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