Hace minutos se confirmó el fallecimiento de Emanuel Balbo, hincha de Belgrano, que el sábado por la tarde fue a ver el clásico ante Talleres y no volvió a su casa. Minutos antes de que finalice el primer tiempo, cayó desde varios metros de altura producto de golpes y empujones por parte de otros hinchas. El trasfondo de la historia es conmovedor, lo que pasó en la tribuna aún más doloroso.
Emanuel llegó al Estadio Kempes un rato antes de las 16 hs para observar el clásico cordobés. Pensó seguramente que Belgrano podía ganarlo o que, al fin y al cabo, un empate no estaría tan mal. ¿Cómo iba a salir de ahí? ¿Feliz, conforme? ¿O tal vez enojado? También lo pensó. Pero jamás creyó que su retiro iba a ser anticipado, ni siquiera que se iba a sumergir en la agonía.
Llegó a la cancha con su amigo, Lucas Ortega. Antes del comienzo del partido, observaron que Oscar Sapo Gómez también estaba allí. Ese tipo en el año 2012 mató a un hermano de Emanuel en medio de una “picada” de autos en barrio Ampliación Ferreyra de la ciudad cordobesa. Este hombre, un asesino al que la justicia dejó libre y no fue capaz aún de comenzar el juicio para encarcelarlo, también observó al joven Balbo y a su amigo.
Ellos no le llevaron el apunte, fueron a ver un partido de fútbol y el pibe Balbo se encontró con el asesino de su hermano, nada más y nada menos. Pero no quiso entrar en problemas. Por eso ingresó a la Popular Willington junto a Lucas. Ambos subieron incontables escaleras y miraron desde bien arriba la primera mitad del encuentro.
Segundos antes de que finalicen los primeros cuarenta y cinco, el Sapo increpó a Emanuel junto a otros hombres. Después, comenzaron a insultarlo y a propiciarle golpes de puño.
“Es de Talleres, es de Talleres”, gritó Oscar Gómez. Eso le alcanzó para que muchos otros hinchas de Belgrano, sin conocer la situación, comiencen a golpearlo creyendo que era un infiltrado de la “T”.
Así fue bajando Emanuel. Corrió hacia la parte media de la tribuna mientras recibía patadas, golpes de puño y empujones de gente que no conocía. Llegó hasta un paravalancha y, entre su desesperación y la violencia que recibía de otras personas, cayó al foso de más de tres metros de altura. Su cabeza golpeó fuerte contra la escalera. Quedó inconsciente y la ambulancia lo trasladó en la inmediatez hacia el Hospital de Urgencias.
Hoy se confirmó su fallecimiento. Emanuel Balbo, un fanático del Pirata de tan sólo 22 años, perdió la vida en un espectáculo deportivo.
El creer que era un hincha del clásico rival pareció un motivo suficiente para golpearlo hasta que su vida deje de importar. Total, parecía ser de los otros, o al menos eso gritaron, por eso se justifica que le hayan allanado el camino hacia la muerte (ironía).
Después llegaron las burlas. En internet. No importa quiénes, ni cómo, ni cuáles. También se habló de un falso deceso, jugando con las emociones de sus amigos y su familia. Faltándoles el respeto a los que lo querían.
Es inentendible. No pasa por “los hinchas de Belgrano”, va mucho más allá. Podría haber pasado en cualquier tribuna del fútbol argentino. Es la violencia. Es la sociedad. Es el hecho de naturalizar la muerte por el simple hecho de no compartir una pasión. Y también pasa con la religión, con la raza, con la política. Hoy, le tocó a este joven, mañana podés ser vos o puedo ser yo. Porque en esta sociedad, sólo son libres los salvajes.