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Un plumazo y se acabó

Morelia y el fútbol mexicano cosecharon la fruta podrida de las Sociedades Anónimas Deportivas. El claro ejemplo de por qué los clubes deben ser de los hinchas. El dolor, en cambio, siempre queda para los fanáticos.

Por Facundo Di Bona.

En medio de la reestructuración de la Liga MX, los fanáticos de los Monarcas viven un calvario. La Federación Mexicana de Fútbol planea agregar una franquicia a la máxima categoría y el Estado de Sinaloa, que nunca tuvo equipo en Primera, necesita ese lugar. Marcaron la víctima a 800 kilómetros, en Morelia. 400 millones de pesos mexicanos a cambio del envase. Menos de 10 millones de dólares. Van a mudar el equipo a la ciudad de Mazatlán y le van a agregar un FC que queda bien al estilo europeo. Mazatlán FC. Ya no existen más.

Los hinchas del Morelia se movilizaron. En medio de la pandemia desafiaron la cuarentena y se agruparon en la puerta de las oficinas de TV Azteca en Morelia para que frenen la mudanza. El monopolio periodístico, propiedad del Grupo Salinas, es dueño de la franquicia desde 1996. Es un histórico a medias del fútbol mexicano. En Primera desde 1970, es el orgullo de la ciudad y llenaba el estadio. Los dueños dicen que quieren más apoyo económico del Estado de Morelia. Dicen que el club no es rentable. Sin embargo, en pretemporada viajan a California y los fanáticos llenan la cancha en cada partido. De local, el promedio de asistencia es de 20.000 personas. Por encima de grandes como Cruz Azul y Toluca o equipos que tuvieron buenas temporadas como León, Necaxa o el recién ascendido Atlético San Luis.

“Cortan equipos. Matan Pasiones. Todo por millones”, rezaba una bandera de los 7.000 hinchas que se agruparon. Volaban insultos y cantaban canciones de cancha. No van a viajar para ver al nuevo Mazatlán porque ese no es su equipo. El suyo es Monarcas, el que tiene 70 años de historia en su ciudad. Los dueños del club emitieron un comunicado y, como si se comparecieran por la situación y fuese algo simbólico, dejaron en claro que “los trofeos y el nombre” le quedará a la ciudad, aunque ahora no tienen equipo ni plaza donde competir.

El fútbol mexicano vive en una constante vorágine mercantilista: la Federación eliminó el torneo de ascenso, donde hace poco estuvo Maradona dirigiendo a Dorados, y crearon una Liga de Desarrollo. Tres equipos se opusieron: Leones Negros, Correcaminos y Venados de Mérida elevaron una carta al TAS y consiguieron un falló a favor. La Federación Mexicana de Fútbol deberá considerar los ascensos en 2021. El resto de los equipos desistieron porque su torneo “era inviable económicamente”.

En paralelo y sin correr la mala suerte de Monarcas, Veracruz jugó en Primera. Fueron el peor equipo en las últimas tres temporadas. En la anteúltima, no ganaron ni un solo partido y tuvieron que esperar un año para volver a sumar de a tres. Así y todo, pagaron una fianza y se quedaron en la máxima categoría. En diciembre del año pasado fueron desafiliados por una pila de deudas sobre la restructuración de deudas pasadas. La justicia no pudo siquiera notificar al dueño -Fidel Kuri- y, tanto jugadores como empleados, todavía no cobraron un peso porque la Federación Mexicana no le exigió el seguro que figura en el reglamento. No fue casualidad. En 2011 pasó exactamente lo mismo con Veracruz y, en 1999, TV Azteca, los mismos que ahora descartan a Morelia, lo hundió deportivamente para después venderlo.

Eduardo Camarena, hincha de Monarcas, siente “un dolor profundo en el pecho”. Toda su familia es de Michoacán, en el Estado de Morelia, y él, aunque ahora vive en Chicago, Estados Unidos, mantenía viva la llama de su equipo: “Me siento un adolescente que pierde a su primer amor. Pasan dos, tres semanas, y te das cuenta que ya no lo vas a ver. Es un dolor de muy adentro”.

A sus 42 años, Eduardo cree que perdió la posibilidad de disfrutar del fútbol de su país. Sus familiares michoacanos eran de esos fanáticos que tienen como religión ir a la cancha cada semana, pero están destruidos. Ya no creen en el fútbol mexicano porque “es todo un negocio, no hay respeto por la afición y se perdió la competencia deportiva”.

El manotazo de ahogado de los Monarcas apareció con los ex jugadores. El Fantasma Figueroa, ídolo chileno y goleador histórico del Morelia en los ’90, contactó empresarios de Michoacán, la ciudad del equipo, para armar un proyecto junto al Estado. Enviaron una carta a la FIFA y reclamaron una solución. Querían pagar por otra plaza y que los dejen competir como lo venían haciendo. Desde la Federación analizaban darle lugar en la nueva Liga de Desarrollo, como si no existiera el mérito deportivo. Desde el Estado miraban con reojo esa posibilidad, hasta que llegó una alternativa.

A la par de la Liga MX, se creó este año la Liga de Balompié Mexicano. No es reconocida por FIFA, pero será profesional y planea alinearse a las Confederaciones Independientes (ConIFA). Su idea es ser una alternativa al fútbol mexicano y entre sus miembros fundadores está el histórico Toros Neza que tuvo como ícono al Turco Mohamed. Cuando supieron que Michoacán se quedaría sin equipo de fútbol, los invitaron a participar. El proyectó tomó forma y participarán de la liga profesional alternativa como Ates de Morelia.

Aunque los dejaban quedarse con el nombre, prefirieron cambiarlo. El ate es un dulce típico de Michoacán, pero, más allá de la identificación con un producto autóctono, es el apodo que había tenido el equipo entre las décadas del 70 y 80. Fueron los primeros años en los que se acercaron a las definiciones por el título mexicano. En ese lapso, Antonio Carbajal fue entrenador por once años. La Tota, como le dicen a Carbajal, defendió el arco de México entre 1950 y 1966 y fue el único hombre con el récord de participar en cinco mundiales hasta que lo alcanzaron Lothar Matthaus y Rafa Márquez. El “Cinco Copas” para los mexicanos. En sus tiempos como técnico puso al Morelia en los primeros puestos, aunque los fanáticos recuerdan un hecho doloroso.

En las semifinales de la temporada 1987-88, Morelia enfrentó a América. La ida y la vuelta terminaron 2 a 2 y fueron al alargue en el estadio Azteca. En el tiempo extra hubo un gol por lado. El árbitro tocó el silbato, terminó el partido y Morelia pasaba a la final por los goles de visitante. Todos se fueron a los vestuarios. El equipo de La Tota festejaba. Pero los dirigentes golpearon la puerta. El entrenador de América, Jorge Vieyra, le dijo al árbitro que estaba equivocado, que los goles en el alargue no valían doble y debían ir a penales. Los jugadores volvieron a salir para los tiros desde los doce pasos, después de haberse bañado y hasta algunos en sandalias o cambiados para irse. América ganó la tanda y pasó a la final.

La Tota tiene 90 años. Sufrió la desaparición de Unión de Curtidores, el primer equipo donde fue técnico. A él fue al primero que avisaron antes de que circule el rumor cuando casi desaparece León, donde atajó 16 años y dirigió otros tres. Atletas Campesinos de Querétaro, otro al que dirigió, también desapareció. Ahora, el que corrió esa suerte fue Morelia y Carbajal, en diálogo con Los Ángeles Times, no pudo evitar las comparaciones con la semifinal del 88: “El árbitro no sabía qué hacer. Nos obligaron. Sin más, punto, de un plumazo pasaron las cosas. Como ahora, de un plumazo, porque nadie ha dado la cara”.

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