Llegó el momento de arrancar de cero luego de una dolorosa final vs Chile por la Copa América Centenario. Final que además de dolor se llevó consigo el proceso de Gerardo Martino, y dio lugar a la elección de Edgardo Bauza.

El “Patón” renovó varias esperanzas luego de una mediática elección en las cuales no se dejaron de barajar entrenadores.
El primer logro obtenido fue la confirmación de que Lionel Messi daba marcha atrás a su renuncia y volvería al seleccionado.
Y llegó el debut un fresco jueves por la noche, frente a un difícil combinado uruguayo, conducido por el maestro Tabárez, de antemano complicado por las ausencias a último momento de Agüero y Pastore, y con las sorpresivas inclusiones de Pratto y Alario al seleccionado.
Si el partido era chivo antes de jugarlo, una vez que la redonda rodó, nos dimos cuenta que la sospecha se confirmaba: un Uruguay totalmente defensivo, que lo único que dejaba de mitad de cancha para adelante era un solitario Suárez que, para colmo, le tocó lidiar con uno de los mejores partidos de Funes Mori. Ésa fue la clave, una columna vertebral que dio la solución al partido. Un Sergio Romero muy seguro en las que le tocó intervenir, un Funes Mori que no le tembló el pulso ante el mejor 9 del fútbol mundial, un Mascherano que además de operar quirúrgicamente cada pelota que pasaba la mitad de cancha, la entregaba criteriosa y sorpresivamente hacia el área contraria; un Lionel Messi que buscó su renacer, que entendió que retroceder el juego a otras épocas no era retroceder, eso de bajar a buscar el juego a mitad de cancha y ahí arrancar el circuito de juego era algo que hacía en la primer época del Barcelona de Guardiola. Cabe destacar que en el segundo tiempo, sabiéndose a media maquina por una pubialgia (que incluso lo marginó de Venezuela) fue inteligente para pedir la pelota y administrar los tiempos del equipo, regalándonos incluso un hermoso caño contra el lateral, además de convertir el gol de la victoria disparando desde fuera del área. Y un Lucas Pratto que jugó como juegan los 9 cuando la pelota no les llega, abriendo espacios, arrastrando marcas, intuyendo cuándo la jugada tenía destino de centro y yendo a buscar.
Lo que no deja terminar de analizar el funcionamiento colectivo del equipo fue la única mancha de la noche, la expulsión de Paula Dybala (injusta para mí, pero de esas cosas se encarga nuestro magistrado Claudio Martín). Esa expulsión a finales del primer tiempo privó a la Selección de un segundo tiempo más relajado, y obligó a retraerse en el campo durante la segunda etapa, algo lógico si se toma en cuenta que Argentina hizo todo el desgaste físico en el primer tiempo, y tuvo que aguantar un poco de avasallamiento charrúa, aunque sin una clara profundidad.
Ya con la confianza de arrancar ganando el proceso, Bauza se veía en el entuerto de reemplazar dos piezas que arrancaron siendo importantes para él. Paulo Dybala se perdía el partido vs Venezuela por expulsión, y Lionel Messi por no estar 100% físicamente. Es decir que había que reemplazar al generador de juego y estrella, y a quien se perfila como socio natural del primero.
Se esperaba un partido sin demasiados contratiempos, hasta que después de 15 minutos en el que la Selección no pudo convertir, se autoconvenció de que no lo iba a ganar, y ahí dejo de gestar, jugó perdido, sin generar chances concretas. Para colmo, la vino tinto se encontró en ventaja con un golazo de afuera del área. Ya en la segunda etapa amplió la ventaja con otro gol, y nada hacía presagiar que se podría revertir. Un poco de amor propio, otro tanto de suerte y nada de juego hicieron que se empate el partido, dejando aún más en evidencia que está Selección sin Messi no tiene muchas luces propias.

Es altamente rescatable, a pesar de que se perdió nuevamente el liderato de las Eliminatorias, que volvió Messi, que no se perdió en Venezuela, y que en medio de un caos institucional bastante severo, un tipo como Bauza, que puede tener varios motes pero no se le conocen muchos elementos negativos en base a su trabajo, es el encargado de conducir este barco . Es hora de dejarlo ser, que elija, que pruebe y que trate de llevar adelante su idea con los intérpretes que él crea necesarios e idóneos para lo que se viene.
La meta la conocemos todos: Rusia 2018. El Patón ya le dió Start.
¡Excelente, Axel!