La Copa Intercontinental de 1994 encontró en Tokio a Milan de Italia y a un Vélez, que muchos criticaban por obtener la Copa Libertadores siempre por medio de los penales.
El camino del “Fortín” por la Copa Libertadores de 1994 fue criticado por muchos amantes del fútbol, recriminaban que su título no era como correspondía, ya que en octavos de final, en la semifinal y en la final logró superar a sus rivales por medio de los penales. Por supuesto que esto a los hinchas de Vélez poco les interesó y sin dudarlos decidieron ver de que manera llegar a Japón, para apoyar a su equipo en un partido importante y ante un rival durísimo.
El 1 de diciembre de 1994 fue el partido en el cual Vélez y Milan determinaron quien sería el mejor club del año. Como dijimos anteriormente el conjunto dirigido por Carlos Bianchi llegaba con muchas críticas y muchos lo veían como el sub-campeón, sobre todo porque enfrente tenía un equipo que contaba con jugadores de selección. El “I Rossoneri” tenía nombres importantes como los italianos Baresi, Costacurta y Maldini en la defensa, luego contaba con el croata Boban y el francés Desailly en el mediocampo, y para hacer los goles al servio Savicevic. Vélez por su parte tenía un equipo que sabía en que momento golpear y una vez que lo hacía lograba defenderse con solidez, dejando así su arco en 0.
Para este partido las pulsaciones del equipo de Liniers estaba a mil, sobre todo porque este era su primera vez en este tipo de partidos y quería llegar a lo más alto de todo. Pero como Bianchi sabía el estado de sus jugadores los trató como si fueran sus pares, el primero en recibir un buen consejo fue el “Turco” Asad, “Cuando tengas en frente a Baresi, ponele la cola y tíralo a la mierda…”. Otro de las anécdotas que quedaron de esa final también fue la lesión que sufrió Marcelo Gómez justo antes de comenzar, se dobló el tobillo mientras entraba en calor, pero lo infiltraron y así lo mandaron a la cancha, por supuesto como quería estar a la par de sus compañero peleando por el título no le importó y dejó todo en el campo de juego.
Los primeros 45 minutos fueron de puro análisis por parte de los dos, tanto Rossi como Chilavert no tuvieron sobre saltos y el marcador no sufrió ninguna variación. Algo que si sucedió en la segunda parte, cuando iban tan solo 5 minutos apareció la apertura del marcador para Vélez, la cual se inició desde los pies de “Chila” que con un pase largo habilitó a Basualdo y cuando mandó el centro Costacurta bajó al “Turu” Flores en el área, concediéndoles un penal. Por supuesto que como siempre Roberto Trotta se hizo cargo de ejecutar y con un remate al medio logró poner en ventaja a su equipo. A partir de ahí los italianos salieron con todo en busca del empate, pero en algunas oportunidades se toparon con las manos del arquero paraguayo o sino con la intervención de algún rival. Pero la viveza criolla apareció en su esplendor, cuando el “Turco” Asad no dio por perdida la pelota y luego de que Baresi jugará para atrás, se anticipo a Rossi. Ya con la pelota en su poder decidió dejar en el camino al arquero italiano, con poco angulo de disparo dio una media vuelta y antes de caer remató con el arco vació, desatando un festejo alocado por parte de todos.
La euforia de este segundo tanto fue tan grande, que el arquero suplente, Sandro Guzmán, fue expulsado por el festejo alocado que realizo. Por supuesto que le interesó muy poco, ya que sus compañeros estaban jugando un partido descomunal ante un rival muy difícil, supieron atacar al momento de hacer y defender la diferencia con firmeza.
Por supuesto que este gran logro, es recordado todos los años por los hinchas de Vélez, que asisten a todos los eventos para agradecer a los integrantes de ese plantel que supo quedarse con la Copa Intercontinental y confirmar que ese año fueron el mejor equipo del mundo.
Foto: velez.com.ar
