Olimpo volvió a salvarse y se queda en Primera. Llantos, festejos y canciones en la vuelta más esperada. Un aire fresco en una temporada con muchos altibajos pero que terminó de la mejor manera.
El camino desde Mar del Plata a Bahía Blanca nunca fue tan placentero para Olimpo. Fueron 464 kilómetros de algarabía y felicidad. Con el silbatazo final de Pompei se desató un festejo interminable, casi comparable con el de un campeonato. Es que sí, el Aurinegro ganó “su” campeonato, ese que ninguno quiere jugar. Y las caras lo dijeron todo. Desde la alocada celebración en el vestuario, pasando por la verborragia de Mario Sciacqua frente a los periodistas que viajaron a La Feliz, hasta el abrazo interminable del Presidente Alfredo Dagna a su hija Sofía.
Olimpo vivió uno de los momentos más felices de la temporada, asegurando la permanencia un año más. Con templanza, derrotó a un Aldosivi que supo ponerlo contra las cuerdas, pero al que le faltó la puntada final. Así se despejaron los fantasmas y la presión fue hacia la vereda de enfrente. Pero no faltaron las lágrimas. De un lado y del otro. Un panorama más novelesco todavía en la fría y lluviosa noche marplatense que lloró el descenso de su único representante en el fútbol grande.
Y Olimpo regresó a la ciudad de los vientos en medio de cumbia y baile arriba del micro. Tellechea, Parnisari y Rodríguez, entre otros, fueron los que animaron al resto que se sumó con ralladores al karaoke improvisado. Abajo, uno estima, Sciacqua descansó tranquilo. Su equipo logró 14 de los últimos 21 puntos y así y todo debió esperar a la última jornada. Cabulero y por demás creyente, el DT nunca perdió la fe y logró transmitírselo al plantel. Se esforzó por sacar lo mejor de algunos jugadores que estaban perdidos y cambió totalmente el rumbo de un barco que había comandado Cristian Díaz y que estaba condenado al naufragio. Dagna lo respaldó y horas después de la salvación, lo confirmó para la próxima temporada.
Y así es Olimpo. Un equipo al que parece quedarle chica la B Nacional pero que le cuesta horrores hacer pie en Primera. Vive entre los disgustos y contadas alegrías. Pero sigue soñando en grande. Ya habrá tiempo de análisis. Ahora llegó el momento de las vacaciones para el plantel. De refuerzos, ni hablar. Aún no han logrado bajar las pulsaciones de aquello que se vivió el pasado lunes.
No obstante, habrá que barajar y dar de nuevo. Porque la próxima temporada volverá a tenerlo como protagonista de este film de terror y angustia. El bahiense comenzará con un promedio de 1,144, por fuera de la zona caliente y por encima de Huracán, otro que a priori estará salvado. Pero no debe confiarse. Otro error más y penderá de un hilo. Todo dependerá de la fuerza del DT y del mercado de pases. Material hay, pero debe reforzarse para que la estructura no tambalee.
El sol vuelve a salir en Bahía. Esta vez, el fútbol se llama a silencio. Pero en las tribunas todavía resuenan las voces de un público eufórico que celebra otro año en el paraíso.
Foto: La Nueva