Lolo Regueiro tenía 57 años y era tripero. Exjugador de Villa San Carlos y la Liga Amateur en los ’80 y ’90, fue a ver Gimnasia-Boca y no volverá. Una muerte súbita que no tiene nada de súbita si el paro cardiorespiratorio sucede entre nubes de gas pimienta y balazos de gama. El Bosque se convirtió en Vietnam por la represión feroz e inescrupulosa de la policía bonaerense.
Arranco por la antiperiodística primera persona del singular: nunca viví nada igual. A esta hora de la madrugada, no hay crónica posible. Son flashes que aparecen, mientras cualquier moto en la calle es otra descarga de postas de goma y el gas pimienta recuerda que está, aunque no mojarse la cara alivia mucho con el paso de los minutos.
Fue una noche de locura. Apenas 9 minutos de fútbol, entre el ruido de los balazos que rondaba todo el estadio y esa nube de gas pimienta que apareció desde atrás de la platea Basile y no se fue nunca más, un poco estancada por la falta de viento y otro poco porque la alimentaban nuevos gases que tiraban afuera y también hacia adentro del Bosque.
Nenes llorando adentro de la cancha, mujeres desesperadas, hombres que se sentían desprotegidos porque eran atacados por quienes los deben cuidar. Jugadores buscando a sus familiares en las plateas. La cancha convertida en trampa, gas adentro, puertas cerradas y afuera los balazos. Solo el destino no quiso un Cromgnon u otra Puerta 12.
Un robocop sin ley, un cronorock, japolicía hecho en Detroit. Berni llegó en helicóptero, culpó a Gimnasia, habló de sobreventa ante cada micrófono y se fue. Para el titular de Aprevide, Aparicio, había 9 mil personas queriendo entrar . (El 33% de la capacidad afuera, ¿a las 21?). Las puertas se cerraron, incluida la de la platea Basile que está numerada. Faltaba gente y no la dejaba entrar. Ahí nació el conflicto más fuerte. Ahí continuó el fútbol con su muerte diaria.
Mientras el intendente Garro aprovechó para politizar y ver si puede meter Gimnasia-Boca en el Ciudad de La Plata, la realidad es que la cancha no es mala ni buena y las entradas tampoco hieren a la gente. Fue la policía, en un episodio con pocas silitudes en nuestro fútbol. No pasa nada. Pasó de todo.
La familia Regueiro, mientras, llora sobre un ataúd.