Maximiliano Kondratiuk era un toro. Defensor de Gimnasia desde juveniles, llegó a Primera División. Pasó por San Martín de San Juan, Atlanta y Villa San Carlos, hasta que decidió probar suerte en el fútbol regional de Italia. Allí, comenzó a sentirse mal. El diagnóstico fue lapidario: sufría una enfermedad que le impedía al cuerpo eliminar el cobre. Sus órganos comenzaban a fallar. Por vez primera escuchó hablar de “enfermedad de Wilson”. Es congénita y la tienen 30 mil personas en todo el mundo. Todas entrarían en la cancha de Gimnasia…

Apoyado por Lorena, su futura esposa (se casan el 10 de noviembre), comenzó el camino de la recuperación después de atravesar una profunda depresión. Sus afectos -con su hijo Santino a la cabeza- y un mundo del fútbol que no le dio la espalda -con Gimnasia al frente de toda colaboración, partido a beneficio (organizado por Guillermo Marín) incluido- fueron vitales para pelearla. En mayo pasado presentó su libro “Honrar la vida” en la Feria del Libro y esta noche lo hizo en la sede mens sana, acompañado por Lorena, Leandro Martini (hasta el fin de semana pasado DT del primer equipo tripero y ex-compañero en Villa San Carlos), uno de los secretarios generales del club, Rodolfo Acerbi, el periodista Walter Epíscopo -le hizo a Maxi su primera nota cuando era juvenil- y el ex jugador Fernando Cáceres, en silla de ruedas por las secuelas de un hecho de inseguridad en 2009.
“Gracias a Gimnasia por todo lo que me ha brindado a lo largo de mi vida y por ser mi segunda casa”, escribió Maximiliano Kondratiuk en su notebook. Maxi no puede hablar y se desplaza en silla de ruedas. El próximo 4 de julio ingresará a FLENI de Escobar para profundizar su rehabilitación, mirando de reojo el almanaque: se ha hallado una potencial cura para enfermos avanzados de Wilson y comenzaría a probarse en humanos a fines de 2018, según contó su novia Lorena Ramella, ganada por las lágrimas.
Maxi sufre dolores diariamente y la medicación que utiliza es riesgosa, pero los mensajes que aparecen por la pantalla le fijan la sonrisa: Sebastián Romero, Fabián Rinaudo, Pedro Troglio, más sus amigos de la vida que nunca lo abandonaron. Hace un mes, “firmaba” sus libros con un sello. Hoy, los firmó con su mano izquierda: MK o Maxi para aquellos que siempre estuvieron y siempre van a estar.
Maxi Kondratiuk y el Negro Cáceres emocionaron a todos. La pelota une, pero hay vida más allá de ella.