Nada fácil fue para Independiente este último semestre. Con tres competencias por afrontar, no dio la talla en ninguna y sumó otra decepcionante campaña.
Todo era prometedor. La llegada al banco de Gabriel Milito trajo esperanza, y con su estilo de fútbol asociado, ofensivo, ilusionaba a la parcialidad diabla con pelear y hasta volver a gritar campeón.
Pero nada se cumplió. Floja producción en Copa Argentina al ser eliminado ante Defensa y Justicia tempranamente, en el debut del Mariscal en el banco.
Pasaban los partidos y el equipo no encontraba juego colectivo, -fundamental en la idea del DT- ni rebeldía para suplir su falta de contundencia.
Llegó Chapecoense en Cuartos de Copa Sudamericana. Y poco pudo hacer. Aunque desde lo futbolístico mereció más, no supo doblegar a un equipo que se replegó en ambos campos, y culminó perdiendo en la definición por penales.
En el torneo local fue más de lo mismo. Nivel colectivo e individual bajo, poca creatividad y goles a favor privaron al conjunto de Avellaneda de luchar las primeras posiciones. Hoy se encuentra noveno con 22 puntos. Nueve menos que el líder Boca.
En un total de 19 cotejos, el equipo logró 8 victorias, 6 empates y 5 derrotas, con un 0-3 ante Racing.
Para cerrar una primera mitad de temporada negativa, Gabriel Milito renunció a su cargo y Cebolla Rodríguez rescindió su contrato.
Sólo queda levantar la cabeza y enderezar la marcha. Como marca su historia, Independiente debe ser protagonista. Pero al Rey de Copas se le oxidan las vitrinas.
