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El fútbol argentino nació en Palermo

Estimados lectores, mi nombre es Walter Heald e insistí con que me den la oportunidad de escribir estas líneas ya que necesito hacer algunos descargos. Y claro, estos descargos tienen que ver con la práctica del Foot Ball, un deporte por demás admirable y maravilloso.

Entiendo que ya está recontra chequeado que fuimos nosotros, los británicos, quienes introdujimos esta práctica en tierras argentinas. Lo que no podemos soportar es que se siga insistiendo con que éramos trabajadores del ferrocarril ¡pero por favor! Éramos comerciantes, gente dedicada a los negocios, empleados de firmas financieras y otras yerbas relacionadas. Perdón si mi lenguaje resulta un tanto vulgar, pero me cuesta un poco enderezar mi idioma, sobre todo cuando la indignación me hace subir la temperatura.

Quisiera contarles, además, cómo fue aquel día glorioso en que “La caprichosa” (como diría un periodista de mi aprecio) comenzó a rodar en este país. Un 9 de mayo del año 1867 nos reunimos con unos amigos en una pensión de la calle Temple de esta Capital, lindo nombre ¿no? Bueno, quién sabe por qué luego la llamaron Viamonte. Allí mismo sentamos las bases y fundamos el Buenos Aires Football Club ¡Pedazo de nombre! Y decidimos ponernos en campaña para jugar nuestro primer partido.

En principio vimos con mucho agrado la utilización de unos terrenos en el barrio de La Boca, pero resulta que llovió como nunca en la ciudad y se nos inundaron. Así que hablé con uno de los fundadores del club, mi gran amigo Thomas Hogg, quien era miembro del Buenos Aires Cricket Club para ver si podíamos usar sus instalaciones. Pleno Palermo, hermoso. Allí tenían un gran terreno para meterle unos buenos piques, y lo usaban para jugar al cricket, que, para mí, como deporte es un aburrimiento. Sí, sí, lo he practicado, no lo voy a negar, pero no me lo vengas a comparar con el Foot Ball porque me sube la tanada (diría un vecino napolitano).

Finalmente nos prestaron el terreno y quedamos en utilizarlo el 20 de junio aprovechando que era feriado. Algún despistado puede que piense que ya existía el Día de la Bandera y la verdad es que no. Manuel Belgrano aún no estaba en los planes de la República. Era feriado de Corpus Christi, pero como no soy católico, está muy lejos de mi conocimiento intentar explicarles el por qué de esa celebración, además me voy de tema. Mejor vuelvo. Aquel día 20 nos levantamos tempranito con Thomas y nos tomamos el tren a Palermo a eso de las 10 de la mañana. Teníamos que llegar antes que nadie para marcar el campo de juego. Yo, sinceramente, pensaba que iba a ser una cosa muy sencilla, cuatro palos para las puntas del rectángulo y otros cuatro para marcar los arcos. Pero no, Thomas no había tenido una buena noche y ahí arrancamos la discusión de si tenía que medir 200 yardas o menos. “Mirá Thomas, yo no sé qué cuernos te pasa -le dije- pero pensá que vamos a ser un montón de jugadores, si la achicamos como vos decís nos vamos a matar a patadas”. Discusión va, discusión viene, la cancha quedó a 200 yardas de largo por 100 de ancho. Nos fuimos a comer algo al Restaurant de Hansen antes que empezaran a llegar los players y el público.

Vino bastante gente, y eso gracias a los contactos que tengo en el periódico de la comunidad: “The Standard”. Les pedí que anunciaran con bombos y platillos que “Hoy habrá un partido de football en Palermo; creemos que será el primero jugado en Buenos Aires, y entendemos que media ciudad estará allí si el clima se presenta favorable”. ¡Tomá!

Cuando nos reunimos para armar los equipos me tuve que comer el sermoneo y la bronca del pobre Thomas. Y claro, apenas éramos 16, imagínense cuánta cancha nos sobraba. ¿Cómo iba a saber yo que algunos se iban a bajar porque les daba vergüenza mostrar las piernas? En fin, me la banqué como un señorito inglés y nos dispusimos a empezar el encuentro. Íbamos a dar el puntapié inicial y nuevamente se armó una discusión. Esta vez fue Bond (que no era James) quien dijo que necesitábamos distinguirnos para no confundirnos y así evitar darle el pase al rival. Nos decía que la ropa se parecía, que los pantalones eran casi igualitos y no se cuánta perorata más. Uno de los muchachos trajo unos gorros y listo el pollo: los gorros rojos para un lado y los blancos para el otro.

Jugamos dos horas, ¡flor de entusiasmo teníamos! Thomas era capitán de los rojos y yo de los blancos. Terminamos perdiendo 4 a 0 y me fui con algo de calentura por el baile que nos dieron, no lo voy a negar. Pero más calentura me daba el dolor de espalda que me quedó después de un golpe que me dio el muy bestia de James (que no era Bond), el hermano de Thomas. Cuando me fui a dormir esa misma noche, me acordé de él y le dediqué algunos exabruptos que no puedo reproducir aquí. Sin embargo, más allá de todo, sentí satisfacción. Fuimos pioneros señores, el Foot Ball en Argentina nació allí mismo, en Palermo. Ahora lo llaman distinto, lo juegan con otras reglas, en canchas más chicas y de manera brillante. Nosotros éramos troncos, hay que decirlo, pero dimos el puntapié inicial y a partir de allí la historia del deporte iba a ser otra.

Del diario apócrifo de Sir Walter Heald, jamás escrito.

Ilustración: Martín Tobaldo Pastore (https://www.facebook.com/martin.tobaldopastore)

Diego González

Diego Gonzalez nació un 11 de agosto del año 1975 en el Hospital Evita de Lanús, exactamente el mismo lugar donde también nació un cara sucia de Fiorito que años más tarde regaría de alegría el suelo argento. Estudió historia, de ahí su pasión por esa rama de las Ciencias Sociales, además de trabajar en una escuela pasa varias horas de la semana metido en el Archivo Histórico de Barracas donde aprendió a desempolvar documentos, libros y fotos. Hace un tiempo estuvo recluido en un retiro espiritual rogándole (quien sabe a quién) que sus neuronas no lo abandonen y se alineen correctamente para poder hacer uso de su pluma en pos de informar y entretener, siempre desde sus tres pasiones: la historia, el fútbol de ascenso y, desde hace algunos años, el fútbol femenino.

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2 Comentarios

  1. Me desayuno recien, con la noticia de que el primer partido de futbol se jugo en Buenos Aires un 20 de junio de 1867, mas precisamemn te en Palermo. Estas noticias vale la pena publicar, y no chimentos baratos.-

    1. Diego González dice:

      Hola Carmelo, te agradezco el comentario y me alegro que te haya gustado la crónica. En el Rincón no somos para nada amantes del chisme barato, así que lee la web tranquilo Jaja. Saludos

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