Muamar el Gadafi mezcló el socialismo, el Islam y el sentimiento nacionalista árabe en un movimiento conocido como “Yamahiriya”, en marzo de 1977. La revolución comenzaba en Libia y las ideas del dictador estaban plasmadas en unos escritos de tres volúmenes, conocidos como “El libro verde”. El país africano pasaba a ser un Estado de las masas, regido por la moral islámica, que prohibía – entre otras cosas – el alcohol y el juego. La paradoja es que las ideas de Gadafi trataron de imponerse a través de un juego, del deporte más hermoso del mundo: el fútbol. Libia organizó en 1982 la Copa Africana de Naciones y era una excelente vidriera hacia el continente (y por qué no, hacia el resto del mundo) para mostrar que la “Revolución Verde” estaba en marcha.
Un país sin tradición futbolera y que nunca había participado en el certamen (se ganó el derecho por ser organizador), trató de hacer historia y sorprender a las grandes potencias africanas.
Con tan sólo 8 equipos en la competencia, Libia compartió grupo con el tres veces campeón, Ghana; con el reciente clasificado al Mundial de España, Camerún; y con la primera selección del “Continente Negro” en ganar un partido mundialista, Túnez. La misión de pasar de ronda era difícil, pero no imposible. Bastó con dos empates (2-2 ante Ghana y 0-0 frente a Camerún) y una victoria (2-0 a Túnez) para – no sólo clasificarse a semifinales – sino también para quedarse con el Grupo A.
Para llegar a la final, Libia debió esforzarse para derrotar a Zambia (2-1 con un gol faltando 4 minutos para ir al alargue). Allí lo esperaba un viejo conocido: Ghana, que venció a Argelia 3-2 en tiempo suplementario. El sueño de la gran final se había concretado: la Revolución, el libro y la nueva bandera VERDE serían el comentario mundial.
A veces no basta con organizar un torneo sino que también es necesario ganarlo. Y Libia tenía el público a favor: 64 mil personas colmaron el estadio 11 de junio de la ciudad de Trípoli.
Sin embargo, Ghana se puso en ventaja con un gol de Alhassan a los 35 minutos. Faltando 20 para el cierre, el estallido de un país vino gracias al empate conseguido por Beshari. Tiempo extra y nuevas esperanzas. Todo quedó en tablas y – por primera vez en la historia del certamen – hubo definición por penales. Allí el sueño quedó trunco: Ghana se impuso 7-6 y logró su cuarto título.
Libia sorprendió a todos, ya que nunca más fue protagonista siquiera a nivel continental. La revolución impuesta por Gadafi quiso alcanzar también al fútbol. Pero la página deportiva más importante que se escribió en ese “Libro Verde” tuvo forma de estrella, y era de color negro
(Foto Principal: El Libro Tal)