Fines de agosto y comenzaba un nuevo semestre. El equipo de Pedro Troglio se había reforzado con nombres conocidos que volvían a la institución y otros que nunca habíamos escuchado. Un Diego ‘Cachete’ Morales rompía el mercado de pases y hacía soñar al conjunto de zona norte. La defensa, la zona más desprotegida y temerosa del equipo, también se reforzaba. Llegaba Óliver Benítez, para ocupar el lugar del lesionado Blengio. Urribarri, por el bajo nivel de Papa. Y Paulo Lima, para probar suerte en el fútbol argentino.
Troglio armaba el equipo pensando en un 4-2-3-1, con un doble cinco que ayude a una defensa en rearme, y con tres enganches, para aprovechar la cantidad de jugadores tan habilidosos que vestían la casaca de Tigre. Wilchez, Cachete Morales, Janson, Rincón y algunos juveniles como Alexis Castro y Emiliano Ellacopulos (volvía de jugar a préstamo primero en Unión y luego en el fútbol de Grecia).
Para un doble cinco que tenga buen pie y que ayude en la recuperación, Iñíguez llegaba desde el Udinese italiano y se pararía bien cerquita del reemplazante de Arzura, Lucas Menossi. La prolongada lesión de Javier García a poco del comienzo de los partidos oficiales, forzaron a Troglio a buscar un nuevo portero, y así llegó Nelson Ibáñez.
Como podemos ver, previo al comienzo de los partidos oficiales, Tigre ya se diagramaba según las lesiones que iban surgiendo. Así fue como Alexis Castro termina siendo titular todo el torneo, ya que tanto Menossi como Iñiguez siempre estuvieron lesionados. Así fue también la gran aparición del debutante Diego Sosa, primero en defensa y luego donde más cómodo se siente: de volante, con llegada, desmarque y gol, inclusive.
Tigre fue variando según las lesiones y fueron pocos los cambios que se generaron plenamente por buen nivel de alguno de los que desde el banco miraban los partidos. Es este el caso de Carlos “Chino” Luna. El histórico 7 no empezaba un semestre muy prometedor, pero de a poco se ganó un lugar, por su esfuerzo y sacrificio y por sus goles. Van 7 en este certamen y se acerca a los 100 gritos sagrados.
Pedro Troglio se las rebusca con cambios forzados y encontrando las mejores virtudes en los juveniles. En este torneo han tenido minutos Miérez (casi todos los partidos), Castro, Diego Sosa, Mazzantti, Agustín Cardozo, etc. Todos ellos juveniles, casi sin partidos previo al presente torneo y en este Sosa y Castro terminan siendo titulares indiscutidos prácticamente, mientras que Miérez ha ingresado en la mitad de los partidos.
Se viene el descanso. Los próximos dos meses pueden ser claves para la recuperación y vuelta al plantel de varios jugadores que estaban lesionados. Caso Blengio y Óliver Benítez. Momento justo, porque Echeverría y Lima no dan garantías. De esta manera, la defensa de reinventa y pasa a tener en sus nombres y variantes un peso que es lo que a este equipo le falta.
Castaño, Echeverría, Fede González, Emiliano Papa, son algunos de los nombres que no figuran en la carpeta del año que viene. Troglio tiene dos cupos para reforzar el equipo y deberá ser inteligente en pensar qué puestos son los más prioritarios. Deberá él entender si hay que pensar en un nuevo marcador central, o si Blengio y Benítez estarán para la segunda mitad del torneo y, sumados a Erik Godoy, esos puestos están cubiertos. La salida de Federico González hace pensar en que Tigre no cuenta con un nueve de garantías, alguien que pueda acompañar al Chino, más allá del juvenil (jugador de la sub-20 Argentina), Ramón Miérez. Deberá también pensar si el puesto que hoy ocupa Galmarini, lateral derecho, no debe ser uno de los refuerzos, y dejar que el capitán vuelva a un puesto que le sienta más cómodo.
Las lesiones, la falta de fútbol en las primeras fechas, la irrupción de tantos juveniles, debutantes, han hecho de este semestre, un semestre de pruebas, de transición.