El viaje para convertirse en un jugador más completo comienza construyendo la confianza para luego aprender a mantenerla en las adversidades.
Cuando un jugador se afirma a sí mismo que se encuentra bajo presión, lo que en realidad está identificando es una falta de confianza para enfrentarse a una determinada situación.
La confianza de todo jugador proviene del éxito, y cuando digo éxito, no me refiero a ganar un mundial, sino a pequeños logros cotidianos que se vayan consiguiendo, y que actúan como refuerzo de su propia autoestima. Todo jugador debería saber que la confianza es una elección, y el futbolísta debe elegir tener confianza. Una vez que ha tomado la decisión (y puede ser una decisión que hay que tomar muchas veces), deberá asumir la responsabilidad de sus acciones y construirla para su propio rendimiento y, por ende, para su equipo.
Esta confianza en el jugador se ve amenazada constantemente por diferentes factores que pueden ser desde la crisis del equipo hasta un problema familiar, por eso el futbolísta debe estar muy atento para poder contrarrestar dicha amenaza, con mensajes positivos que refuercen e impermeabilicen su confianza.
Todo jugador puede adoptar algunas características de la confianza ya que éstas transmiten un mensaje positivo, tanto para él como para el equipo. Estas características de la confianza pueden ser, por ejemplo, tener la creencia interior de “yo puedo”, concentrándose bien en partidos y entrenamientos, sonriendo y, sobre todo, hablando consigo mismo y con los demás de forma positiva y alentadora.
Estas son algunas de las características que reflejan el nivel de confianza del jugador en su capacidad para afrontar el reto del fútbol, ya que el pensamiento de seguridad en uno mismo inicia una reacción en cadena que genera un elevado nivel de energía, el combustible necesario para una actuación positiva y con un mejor rendimiento.
