Luego de la angustiante derrota ante Boca, Vélez deberá tomar nota de lo que hizo mal y salir con la frente en alta.
Cuando uno mira hacia atrás en la historia se da cuenta que todo gran General tuvo alguna que otra caída estrepitosa que pudo dejarlo en jaque o bien lo sacó del mapa. Podríamos hacer el paralelismo con el Waterloo de Napoleón, con el Stalingrado de Hitler y si lo hiciéramos más local, los Vilcapugio y Ayohúma de Manuel Belgrano.
Esto fue lo que le pasó al Fortín. Una estrategia de batalla que en un principio parecía tener un leve éxito hasta que los yerros velezanos le otorgaron al Xeneize las facilidades necesarias para filtrar jugadores en la defensa del local y hacer estragos. Así fue lo que ocurrió en los primeros tres goles. Una mala decisión de Vargas dejó al equipo mal parado y Boca construyó un contraataque rápido y letal (algo así como una Blitzkrieg del ejército nazi). El segundo gol vino tras un mal cierre de Gianetti (se equivoca de pierna y rechaza mal) y por último, un resbalón de Grillo deja mano a mano a Benedetto.
A pesar de que el rival jugó a un nivel de campeón, fue el propio Vélez el que se ahogó en un vaso de agua. Los pésimos cambios realizados por el Director Técnico sumado a que los jugadores que ingresaron lo hicieron con el pie izquierdo, concluyeron en una fiesta azul y oro. Cuando tendría que haber sido al revés, una celebración fortinera y la reafirmación del buen juego que supo demostrar en las primeras dos fechas. Hoy, esas actuaciones quedan lejos y el presente no hace más que preocupar a todos los hinchas de un club que vio mejores épocas.
Foto Principal: www.velezsarsfield.com.ar
