En su libro “También nos roban el fútbol”, Ángel Cappa explicó que el dinero que se mueve en el fútbol europeo posibilitó que durante la temporada 2015/16 se gastaran 3400 millones de euros en contrataciones de técnicos y jugadores. España ocupó el tercer lugar por detrás de la Premier League y la Serie A italiana. Fuera de Europa, en consonancia con su paulatino protagonismo como propietario de equipos de fútbol, el país que más dinero gastó fue China: 202 millones de euros solamente en el mercado de invierno correspondiente a la temporada 2015/16. Los inversores chinos están cambiando el motor de su economía tras haberse estancado en los últimos años, en lugar de fabricar productos, se vuelcan más en los servicios. “Y el fútbol profesional, concebido como forma de entretenimiento, lo es. En un país de nuevos ricos e invadidos por artículos de lujo occidentales, el deporte es el paradigma de la comercialización de productos extranjeros sólo que, en lugar de yates, importan futbolistas”. Según Michael Pettis, profesor de economía de la Universidad de Pekín, recuerda que en China había un notorio descontento por causa del bajo nivel de su fútbol. Y “dado que en este país todo se construye de un día para el otro, mejor que esperar a que su competición fuera madurando a partir de sus propios jugadores, prefirieron comprar el fútbol extranjero”. Por lo que parece les está dando resultados. Si en 2014/15 recibieron entre 8 y 15 millones de dólares respectivamente por derechos de televisión, la llegada de futbolistas como Ezequiel Lavezzi, Jackson Martínez, Ramires o Elkeson (todos desde clubes europeos) ha propiciado que estas cantidades aumenten hasta los 1300 millones de dólares para las próximas cinco temporadas (260 al año).
Este es el contexto que subyace en la historia del pase de Carlos Tévez a China. Era imposible frenar la propuesta económica. No existía otra decisión más que la partida del Apache hacia tierras orientales. Es lógico que los hinchas no lo entiendan, porque los mueve la pasión pura y exclusivamente. Pero tenemos que entender la situación del jugador, para quien el fútbol además de un juego es su trabajo, con un tiempo limitado aproximado de quince años para desarrollarla. Culparlo a “Carlitos” por irse de Boca a China es no entender que estamos ante un fútbol global cuyo único interés es el negocio, alejado totalmente de la identidad cultural y el sentido de pertenencia de todos los actores.
China campeon mundial 2030
Con jugadores chinos? si se lo proponen lo consiguen seguro!
No es un cuento, sino la real realidad!