El vice primero del Ciclón tiene decidido no asumir el cargo, tras la licencia de Moretti, y por estatuto deberá renunciar. Negociaciones en la Comisión Directiva para ver quién será el nuevo presidente.
San Lorenzo continúa sumido en una crisis institucional que parece no encontrar salida. Parecía que el arribo de Miguel Navarro traería paz luego del pedido de licencia de Marcelo Moretti, pero el vice primero decidió no asumir el cargo máximo de la institución. Se espera que en las próximas horas se defina al sucesor de un Moretti que, sin embargo, no tiene pensado alejarse definitivamente de Boedo.
Hace una semana estalló el escándalo en San Lorenzo por una cámara oculta difundida por Telenueve Denuncia. Allí se observó a Moretti recibiendo una presunta coima para darle lugar a un juvenil en las inferiores. La presión mediática e interna, llevó a Moretti a autodenunciarse en la justicia y anunciar un pedido de licencia que aún no se canalizó de manera oficial.
Con este panorama, todos los cañones apuntaron a Navarro, vicepresidente primero del club. El mencionado, que por su actividad privada reside en Uruguay, el viernes se hizo presente en la Ciudad Deportiva. Presenció el entrenamiento e incluso estuvo reunido con Miguel Ángel Russo según trascendió por imágenes periodísticas.
Pero Navarro no fue al Pedro Bidegain el sábado en la derrota con Rosario Central y, con el transcurrir del fin de semana, se conoció una noticia bomba. El vice decidió no asumir la presidencia e incluso presentaría la renuncia algo que, además, marca el estatuto del Azulgrana. La idea de Navarro es seguir colaborando pero no ocupando un cargo formal.
Con este panorama, se abrieron negociaciones en la Comisión Directiva para elegir, entre sus miembros, al nuevo presidente. El nombre de Julio Leopardo es el que pica en punta, aunque su llegada también está atada a un acuerdo que incluya a dirigentes de la oposición en cargos de poder.
Mientras se espera por una definición sobre quién lo reemplazará, Moretti dejó trascender que no piensa renunciar. La idea del dirigente es retornar en el corto plazo a la presidencia y hacer caso omiso a la reprobación que su figura causa en los fanáticos del CASLA. En medio de este clima institucional caótico, el equipo de Russo aguarda por terminar lo más alto posible en la zona B de la Liga.
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