Martin Demichelis dejará de ser el director técnico de River Plate luego del partido ante Sarmiento de Junín. Mi opinión sobre su salida.
Se terminó. Mas tarde que temprano, sucedió lo que los hinchas venían pidiendo hace varias fechas. Martin Demichelis ya no será el técnico de River el lunes. Se irá de la casa que lo formó como futbolista, la que lo vio dar sus primeros pasos, sus primeras vueltas olímpicas, la que le estiró la alfombra hacia el Bayer Munich y la que no lo cobijó como jugador en el ocaso de su carrera, si no como técnico, dónde siguió ampliando su palmarés.
Agridulce, esa debe ser la palabra que mejor define la estadía de Demichelis al frente del Millonario. A pesar de los tres títulos, nunca logró entrar en sintonía con el hincha. Quizás uno de los motivos puede que haya sido la vara altísima que dejó Marcelo Gallardo, a quien le tocó sustituir. Quizás el que nunca haya plasmado en cancha un equipo que identifique al hincha, quién tampoco entendió algunos de sus caprichos, como la elección de Salomón Rondón por encima de Miguel Borja, sobre todo en Copa Libertadores. Los últimos tiempos fueron los más turbulentos. La eliminación en Copa Argentina ante Temperley, el empate agonico ante Lanús y la derrota ante Godoy Cruz terminaron de crispar la paciencia del simpatizante Millonario, quien todavía no le perdona la salida de Enzo Pérez, último estandarte y quién se habría ido del club por la mala relación con MD. No hay que perder la memoria y dejar de agradecer el haber dejado la comodidad de Alemania, en un club ordenado como el Bayer Munich, para agarrar un River que no quería agarrar nadie por el miedo a no dar la talla luego del Muñeco. Agradecer también por los títulos obtenidos y desear buena suerte en su futuro. A fin de cuentas esto es River, los nombres pasan y la grandeza queda.