Brasil tenía todo listo para la mayor fiesta de su historia, más de 200.000 personas desbordaron el Maracaná, todo el merchandising estaba preparado con las leyendas de BRASIL CAMPEÓN DEL MUNDO, incluso el prefecto de Rio de Janeiro, Mendes de Morais, dio un discurso victorioso en la previa del partido en dónde arengaba a su Selección a coronar la tarea realizada instándolos a coronar la faena.
La noche del 15 de julio de 1950 Brasil se fue a dormir (cuentan que algún jugador titular del equipo local pasó la noche festejando antes de tiempo) con la ansiedad que precede a las grandes jornadas, sin embargo nadie en todo el territorio imaginaba la pesadilla que los esperaba el 16 de julio.
Moacir Barbosa, nacido en San Pablo, jugador del Vasco Da Gama, era sin dudas el mejor arquero de Brasil, integrante de un equipo multicampeón y ganador de lo que fue el antecedente de la Copa Libertadores en 1948. El fútbol en el país del eterno carnaval lentamente se había convertido en un culto casi religioso y el moreno arquero era un ídolo en ciernes.
Pero once uruguayos vestidos de celeste y capitaneados por Obdulio Varela tenían otros planes; Brasil había arrancado ganando con gol de Friaca apenas iniciado el segundo tiempo, un empate le alcanzaba para arrancar los festejos. Sin embargo Ghiggia se puso el traje de verdugo. Primero enloqueció a su marcador, Bigode, que no pudo encontrarlo en toda la tarde; el puntero oriental asistió a Schiaffino para que éste señale el empate y a falta de 9 minutos para el epílogo con un sorpresivo remate al primer palo puso en ventaja a la Celeste ante la incredulidad de la multitud. El silencio fue ensordecedor.
Moacir Barbosa que llegó a tocar el balón dijo: “Cuando sentí el estadio en silencio total me armé de coraje, miré para atrás y vi la bola de cuero marrón allí dentro…”.
Sin saberlo, una guillotina invisible había caído sobre la cabeza del portero brasilero. Con el final del partido la tristeza sin fin invadió Río de Janeiro, incluso se habla de varios suicidios a causa de la vergüenza deportiva sufrida. Pero el chivo expiatorio, el condenado, fue Moacir Barbosa.
El calvario lo acompañó por el resto de sus días, fue humillado, burlado, de lo único que se le preguntaba era sobre el gol de Ghiggia que borró de un derechazo toda su exitosa carrera para transformarlo en el arquero que sufrió el Maracanazo.
En 1970, estando en un mercado carioca, una madre le susurró a su hijo al pararse frente a él: “Míralo, hijo, este hombre fue quien hizo llorar a todo Brasil”.
Sobre la espalda de Barbosa recayó todo el peso de la decepción deportiva, de héroe a villano en un solo un instante. Debió asumir la responsabilidad de la tristeza de 200 millones de brasileños.
Durante algún tiempo Moacir consiguió trabajo en el Maracaná y cuenta Eduardo Galeano en su libro ¨Cerrado por fútbol¨ que 13 años después de la tarde fatídica cuando la CBF mandó reemplazar los arcos de madera por otros de fierro, los palos le fueron regalados a Barbosa quién los partió a hachazos y con ellos encendió el fuego de un asado con el que intentó espantar a los fantasmas del ´50.
El Lobo Zagallo le prohibió la entrada a la concentración del seleccionado verdeamarelho que se preparaba para disputar las Eliminatorias para EEUU 1994, por sospechar que traía mala suerte: “En Brasil, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí. Incluso cuando un criminal paga su deuda es perdonado. Pero yo nunca he sido perdonado”, dijo Barbosa al respecto.
Vasco Da Gama años atrás se había hecho cargo del alquiler de su vivienda ya que luego de gastar todo su dinero en el tratamiento de la enfermedad de su esposa, Barbosa vivía en el olvido y la pobreza.
El 8 de abril del 2000, murió Moacir Barbosa, 50 años después de su primera muerte. Tenía 79 años.
Tema de TABARE CARDOZO (Video) ¨Barbosa¨
¨Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento.
Rio de Janeiro, 16 de julio de 1950, estadio de Maracaná.
La noche anterior, nadie podía dormir. La mañana siguiente, nadie queria despertar¨.
Eduardo Galeano. Cerrado por fútbol
Fuentes: Eduardo Galeano // Joaquin Fernandez Moores // Diarios de época.
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