Los “Reds” volvieron a convertirse en la pesadilla de Guardiola, al vencerlo por tercera vez en la temporada. Pero en esta ocasión, el catalán se sacó de quicio y protestó un fallo polémico, que terminó con su expulsión.
Liverpool ha sido más que una piedra en el zapato para Manchester City. En el Etihad, los de Jürgen Klopp se impusieron 2-1 y redondearon un marcador global de 5-1, para abrochar el pase a semifinales. No hubo remontada ni hazaña posible luego del 0-3 sufrido en Anfield Road, reducto complicado si los hay porque en ese mismo escenario el conjunto de Pep Guardiola dejó su invicto liguero en enero de este año.
El duelo británico de cuartos de final presentaba a un equipo casi campeón de la Premier League ante el único escollo que podía sacarlo de tamaña competición europea. El aceitado momento del ataque rojo de Merseyside dio su primer aviso la semana pasada y los “Citizens” estaban obligados a responder de la misma forma.
Un plan tan simple como ponerse en ventaja rápidamente funcionó a la perfección para los locales. Apenas 2 minutos de juego y primer achique en el resultado agregado, cortesía de Gabriel Jesús. Fantástica pelota de Fernandinho para la velocidad de Raheem Sterling por derecha y pase punzante al medio para la entrada del brasileño goleador, quien sometió a Loris Karius con un disparo rasante.
El culto a la posesión volvió a ser moneda corriente en el ideario de Guardiola y los “Citizens” comenzaron a inclinar la cancha a su favor. Era cuestión de tiempo plasmarlo en el tanteador, solamente había que ajustar en los metros finales.
A los 41´ Bernardo Silva reventó el poste derecho de un Karius que nada podía hacer. Y segundos más tarde llegó la gran polémica de la noche, con un gol anulado a Leroy Sané. Finísimo off-side le cobraron al alemán y la furia de Guardiola para con el árbitro – su compatriota Antonio Mateu – fue total. Un eventual segundo gol le daría a los locales el impulso necesario para una levantada y esa polémica decisión arbitral fue el portazo en la cara que desató la ira de Pep. Expulsión para el entrenador y su barco a la deriva.
Liverpool aprovechó los nubarrones del elenco ciudadano y definió la serie en su favor con el empate que fue un mazazo crucial. A los 56´, tremendo arresto individual de Sadio Mané, que se animó entre 2 rivales y solo le quedó Ederson para dejar en el camino. El portero brasileño rechazó a medias y el rebote le quedó nada menos que al máximo artillero del fútbol inglés. En efecto, Mohamed Salah definió con su instinto asesino y el “Faraón” desató la plaga roja sobre las aspiraciones locales.
No conformes con el primer golpe, los “Reds” asestaron el definitivo jaw que provocó el nocaut de su adversario. A decir verdad, fue una definición de billar: Roberto Firmino lo primereó a Nicolás Otamendi por izquierdo y se fue solito y solo para enfrentar a Ederson. Sensacional remate bajo y con un efecto maravilloso, que viajó en dirección al segundo palo y sentenció la eliminatoria (fue lo más parecido a embocar la bola negra en la buchaca deseada).
Se rindieron los “Citizens” ante tamaña efectividad durante 180 minutos y ni siquiera todo el oro del mundo les augura un gran futuro europeo. Liverpool no le teme a nadie y a fuerza de goles es un rival incómodo para cualquiera.
El camino hacia Kiev ya no es una utopía. Los de Klopp revolucionaron el “Viejo Continente” y no se sienten menos que nadie. Hace un poco más de un siglo, el diario bolchevique “Pravda” publicaba la consigna “Todo el poder a los soviets”… Este Liverpool en clave roja solamente tuvo que depurar sus miedos y frustraciones: desactivó el andamiaje millonario de un adversario que soñaba con extender sus dominios más allá de Gran Bretaña.
Hoy cumpliría años Omar Shariff, el entrañable actor egipcio que protagonizó el film “Doctor Zhivago”, esa obra de arte escrita por Boris Pasternak y llevada al cine por David Lean. Y da para pensar lo que simplifica este equipo de Klopp todo tipo de situaciones complejas. Es que tiene la fórmula para sentirse protagonista en cualquier competición o escenario, con un presente arrollador. Y al mirar hacia adelante, el propio Zhivago le diría: –“Veo el futuro con tanta claridad, como si tú lo hubieras detenido”.
(Foto: Belfast Telegraph)
