La semana arbitral no había comenzado de la mejor manera. Las revelaciones del secretario general del SADRA, Dr. Guillermo Marconi, convulsionaron el mundo futbolístico argentino y pusieron un manto de sospechas sobre los ya bastante vapuleados colegiados. Sus declaraciones sobre un supuesto pedido de don Julio para favorecer a River llegaron fuera de término y las hacen poco creíbles. Tengo la obligación moral de dejar asentado que durante mi carrera -que duró unos 12 años- en AFA nadie me pidió nada parecido. Seguramente las mismas tienen un trasfondo.
Con este panorama se jugó la séptima fecha del campeonato, en la que casi todos los árbitros tuvieron más aciertos que errores.
San Lorenzo-Estudiantes tuvo un buen arbitraje de Loustau, quien expulsó acertadamente a Mussis por doble amonestación.
Temperley-Independiente, con el arbitraje de Herrera que venía sin muchos sobresaltos, finalizó con polémica en el gol del Rojo. Esta jugada es para tribunal: la mitad da gol, la otra falta al arquero. Yo me inclino por la primera.
El clásico rosarino era un verdadero infierno, pero el árbitro Vigliano lo controló sin demasiadas controversias.
Sin dudas donde más polémicas hubo fue en Atlético Tucumán-Boca. Los locales sufrieron la anulación equivocada de 2 goles lícitos pero, nobleza obliga, fueron jugadas muy finas que sólo se pueden analizar con la ayuda de la TV, y después de ver varias repeticiones, errores tolerables para mí.
La frutilla del postre fue el insólito pedido de los dirigentes de Central ayer en AFA, quienes dudan hasta de las bolillas que se utilizan para sortear al árbitro que los dirija contra Boca… cartón lleno.
Hasta la próxima.
Que buen análisis!!