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Un bálsamo olímpico para renovar la fe

La vía alternativa en el camino hacia el protagonismo resultó muy satisfactoria para los “Aussies” durante 12 años. Las frustraciones acumuladas ante los vanos intentos por clasificar a una Copa del Mundo eran contrarrestadas por el crecimiento exhibido a nivel olímpico. 

Luego del debut mundialista en Alemania 1974, Australia mostró sus debilidades y no pudo sacar provecho de sus capacidades: 3 fases de clasificación con sueños destrozados (1978, 1982 y 1986) pero con la ilusión de asistir a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 por primera vez mediante las eliminatorias (solamente había participado en 1956, cuando la ciudad de Melbourne albergó la cita máxima del deporte mundial).

Superó a Taiwán con un doble 3-0 en el Grupo 1 de la primera ronda, que mostró la deserción de Papúa Nueva Guinea. En la fase final cosechó 4 victorias y 2 empates, para quedar por encima de Nueva Zelanda, Israel y Taiwán, y así obtener el único boleto disponible para los Juegos de 1988. Algo estaba cambiando en los oceánicos: el torneo que se mostró esquivo porque nunca se lograba la clasificación, ahora sería una realidad. La confianza en sí mismos renacía para los “Socceroos”.

A Seúl fue un equipo conformado por jugadores que ya tenían algunos años en el seleccionado australiano y que ganaban experiencia para el futuro. Nombres poco conocidos en aquella época pero que años más tarde tendrían peso propio en la construcción de la identidad del fútbol de los “Aussies”.

Frank Farina (hizo carrera en Bélgica y Francia), Dave Mitchell (en ese momento jugaba en el Feyenoord holandés), Graham Arnold (hoy día un prócer del fútbol australiano, actual DT de Sydney FC) y una incipiente camada de jugadores que serían conocidos en la Argentina a mediados de los 90´s, con el impensado repechaje intercontinental que tuvo que disputar la Selección que dirigía Alfio Basile. Ellos eran Robbie Slater, Paul Wade y Alex Tobin.

Australia fue a parar al Grupo D junto a Brasil, Yugoslavia y Nigeria. El debut fue ante los balcánicos en Gwanjiu y hubo triunfo oceánico 1-o por anotación de Frank Farina. Ese partido fue dirigido por el argentino Juan Carlos Lousteau – que luego sería elegido como representante nacional para el Mundial de Italia 1990 – y el seleccionado yugoslavo contaba en sus filas a rutilantes nombres como Dragan Stojkovic, Pedrag Spasic y Srecko Katanec.

El segundo encuentro trajo una previsible derrota 0-3 frente a Brasil (un tal Romario facturó por triplicado) y la clasificación hacia cuartos de final debía dirimirse ante las “Súper Águilas”. Australia tuvo mejor vuelo y ganó 1-0, esta vez por cortesía de John Kosmina.

El cuadro de la siguiente ronda no fue nada favorable, ya que enfrente estaría la Unión Soviética, vigente subcampeón europeo. Los dirigidos por Anatoliy Byshovets fueron superiores y golearon 3-0 por un doblete de Igor Dobrovolski (ambos de penal) y un tanto de Alexei Mikhalichenko. Los soviéticos finalmente se quedarían con la presea dorada, superando a Brasil en la final por 2-1, en tiempo suplementario.

Seúl 1988 fue una experiencia sumamente positiva para Australia: se superaron las expectativas tras haber clasificado por primera vez a un juego olímpico mediante las eliminatorias y en ese contexto se alcanzó la segunda ronda. Pero lo más importante era la sensación del formar parte; de pertenecer a un grupo que parecía inaccesible años atrás y que podría sentar las bases de un sólido crecimiento de cara al futuro.

Farina, un verdadero rompe redes que catapultó al estrellato al fútbol australiano. El nacido en Darwin fue – sin dudas – uno de los artífices de la evolución de los “Aussies” (Foto: AusItalia)

Así fue que los “Socceroos” participaron en las siguientes 5 ediciones del torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos, y el mejor resultado obtenido se dio en Barcelona 1992.

Precisamente hace 26 años, mientras sonaba de fondo la representativa canción interpretada a dúo por Montserrat Caballé y Freddie Mercury, los “Aussies” llegaron a Cataluña tras haber logrado 6 victorias en igual cantidad de partidos en su zona continental y de dejar en el camino nada menos que a Holanda, en la repesca intercontinental por el último boleto disponible (igualaron 3-3 en el global, pero en el empate 2-2 en suelo holandés prevalecieron los goles como visitante).

El certamen de Barcelona sirvió como prueba piloto para que la International Board intente hacer el juego más dinámico: de ahora en adelante, si un jugador le pasaba la pelota a su arquero, éste no podía tomarla con las manos (salvo que el pase fuera con la cabeza o el pecho). Así es, en los Juegos Olímpicos de 1992 se instauró esa nueva regla que cambiaría para siempre conceptos y formas de jugar, que dejaría al desnudo las falencias de los arqueros a la hora de jugar con los pies o bien exaltaría sus virtudes. En definitiva, no más especulación y sí mayor dinamismo.

Asimismo, los seleccionados participantes solamente podrían alinear en sus equipos a jugadores menores de 23 años. Luego la FIFA se ablandó un poco – más bien sus bolsillos necesitaban la presencia de algunas figuras – y accedió a que no hubiese límite de edad para un máximo de 3 jugadores por plantel.

Australia formó parte del Grupo D, junto a Ghana, México y Dinamarca. El estreno no fue el esperado, porque las “Estrellas Negras” se impusieron 3-1 (Tony Vidmar descontó para los oceánicos) y la segunda presentación tuvo un pálido empate 1-1 ante el “Tri” (Zlatko Arambasic consiguió la diana de los “Socceroos”).

El futuro de los “Aussies” en la competición dependía de un eventual triunfo ante la “Dinamita Roja”. Y finalmente Australia explotó y goleó 3-0, gracias a los tantos de John Markovski, Damian Mori y Tony Vidmar. A cuartos de final detrás de los ghaneses y a medir fuerzas ante Suecia.

Los entrenados por James Thomson golpearon 2 veces y se adelantaron por goles de John Markovski y Shaun Murphy. Patrik Andersson descontó para los “Vikingos Amarillos”, pero la reacción fue tardía y Australia se metió entre los 4 mejores del torneo.

Pero en las semifinales no hubo equivalencias y Polonia fue demasiado para los “Socceroos”. El categórico 6-1 en favor de los europeos le dio un baño de realidad a los oceánicos y los mandó a jugar por la medalla de bronce.

Nuevamente debió verse las caras con Ghana, viejo conocido de la primera fase. No hubo revancha, ya que los africanos doblegaron 1-0 a los australianos, cortesía de Isaac Asare, y se subieron al podio. Sin embargo, Australia llegó demasiado lejos y la satisfacción por el crecimiento logrado era más que suficiente.

El fútbol solía ser el único deporte que le dio la espalda a los Juegos Olímpicos. En un principio se los conocía como “Campeones del Mundo” a los medallistas dorados (Uruguay en 1924 y 1928 fue el claro ejemplo). Pero con el correr de los años, el Mundial propiamente dicho acaparó todas las miradas y el deporte solamente por el deporte en sí, quedó relegado a la que hoy en día es la competición más importante del planeta.

Para algunas naciones que no tenían el roce suficiente a nivel internacional, el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos fue una excelente plataforma de desarrollo y experiencia. Australia aprendió todo lo que pudo y sentó las bases para las futuras generaciones. Porque fue más allá de un grupo de jugadores que rompió el molde y obtuvo algún que otro resultado deportivo satisfactorio: se rompió con el miedo escénico y se renovó la confianza.

En definitiva, de eso se trata… pertenecer y cantar bien fuerte dentro del concierto mundial. Y si suena de fondo INXS, mejor: los australianos llegaron para quedarse en el mundo del fútbol… sólo piden en tono melódico “nunca nos separen”.

(Foto Principal: Equipos de Fútbol)

 

 

Emiliano Schiavi

Soy Emiliano Schiavi y siempre me interese por el fútbol internacional. Sin cable ni internet me las arreglaba leyendo el "Guerin Sportivo" o cualquier revista extranjera que sólo se conseguía en pocos kioscos del Centro. También me acompañaba algún VHS sobre la historia de los mundiales y nunca me cansaba de verlos. Por eso le preste atención al fútbol de Europa, Africa, Asia y - si estaba aburrido - Oceanía. Descubrí un medio maravilloso como la radio y conocí buena gente (grandes amigos) que me acercaron al Rincón del Fútbol. La radio es una pasión, pero escribir es un deleite. Y todos los dias lo hago en este espacio, donde investigo y me gusta informar y entretener. Mi mayor expectativa para este nuevo proyecto es seguir aprendiendo. Porque a los 45 años también se aprende, créanme. Tengo total libertad para expresarme, leer y ser leído. Porque nadie desafina cuando uno escribe lo que se le canta. Digamos todo ...

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