De perfil bajo, Andrizzi quedó grabado en la historia del Viaducto por haber convertido uno de los goles más gritados, uno de los más importantes y -en mi opinión- el más curioso del club de Sarandí en sus actuales 63 años de vida.
Son innumerables los jugadores que dejaron una marca en el joven Arsenal Fútbol Club. Desde su máximo goleador, Héctor Grondona (168), hasta el que más apariciones registró con la celeste y roja, Darío Espínola (423); también se destacaron (aviso previo: no voy a incluir a todos los nombres propios que tengo en consideración porque la lista será interminable, y seguramente habrá otra ocasión para recordarlos en esta sección) Roberto Luque, Rubén Urquiza, Eduardo Urtasun, Jorge Burruchaga, Pulciano Aquino, Carlos Ruiz, Alejandro Limia, Gastón Esmerado, Oscar Espínola, Javier Morales, Rubén Palavecino, Facundo Gareca, Cristian Campestrini, Iván Marcone, Luciano Leguizamón, Alejandro Gómez, Lisandro López, Nicolás Aguirre y Mario Cuenca, entre otros. Todos ellos tienen en común que se convirtieron en ídolos en Sarandí por sus grandes y sacrificados pasos por el club.
Sin embargo, Martín Andrizzi, será uno de los más recordados por aquella noche del miércoles 5 de diciembre de 2007 en el estadio de Racing Club, en el marco de la final de vuelta de la Copa Sudamericana ante América de México, cuando en el minuto 38 del segundo tiempo, con el partido 0-2 a favor de las Águilas y acariciando el título (el global era 3-4 para los centroamericanos), anotó un gol épico que le permitió al humilde Arsenal ganar su primer título (más tarde llegarían cuatro más), cuyas imágenes quedaron registradas e inmortalizadas en la historia del fútbol sudamericano y en los corazones celestes y rojos.
Para hablar de Andrizzi en Arsenal hay que remontarse al 2002, año en que el Viaducto tuvo su primera travesía en la Primera División del fútbol argentino. Tras surgir en All Boys y ser adquirido por Boca, tuvo cortos pasos por Brown de Arrecifes, Unión, San Martín de San Juan y Estudiantes de LP, pero fue en Sarandí donde el Pájaro pudo empezar a tomar vuelo en su carrera futbolística. En aquella temporada (2003-2003), Andrizzi disputó 37 de los 38 partidos y anotó 3 goles (todos en el Apertura: uno memorable al Rosario Central de Menotti, otro muy recordado a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro para poder cantar victoria ante un grande por primera vez y el último ante Lanús en un 2-2). Así y todo, pasaría desapercibido en este ciclo. Luego, su rumbo lo guió hacia Lanús, Dorados de Sinaloa y Banfield, club en el cual le tocó cumplir con la “ley del ex” justamente ante el Arse y no gritó el gol por respeto, pues, alzó sus manos hacia la afición celeste y roja disculpándose, como sabiendo que en 2007, finalmente, retornaría.
Y así fue. Con Gustavo Alfaro, el papel de Andrizzi en Arsenal no era sobresaliente. Si bien el DT contaba con él, tampoco le entregaba el protagonismo dentro del plantel. En la Copa Sudamericana, Andrizzi jugó 9 de los 10 partidos, pero nunca completó uno: en 5 ingresó con el encuentro ya comenzado y en los otros 4 fue reemplazado antes del minuto 90. Totalizó 365 minutos, un promedio de 40 por partido.
Es decir, hasta las 23:21 del miércoles 5 de diciembre, Andrizzi personalizaba el biotipo del antihéroe futbolístico: previo a acceder a la final, recordemos, el Viaducto venció a River en la definición por penales gracias a un monumental Mario Cuenca que desvió dos penales (a Belluschi y a René Lima), y el Pájaro ingresó a cinco minutos de los 90 especialmente para ejecutar el segundo disparo, el cual, desafortunadamente, terminó siendo desviado por Juan Pablo Carrizo. Al final pudo respirar, sí. Pero de seguro se habrá sentido con la moral muy por el piso. En la final de ida ante las Águilas en el Azteca ni apareció, pero hubo algo en Alfaro que decidió colocarlo a los 24 del complemento, un rato después de que los mexicanos se pongan dos goles arriba.
Un colmado Cilindro de Avellaneda (25 mil almas dijeron presente, hasta Diego Armando Maradona estaba en uno de los palcos) le estaba jugando una muy mala pasada al Viaducto. Intentaba entrar por todos lados, lo conseguía, pero bajo los tres palos se lucía un prometedor Guillermo Ochoa, nada más ni nada menos. Vestido de rojo, el arquero le negó el grito a Calderón, al Papu Gómez, a Yacuzzi y demás, incluso a Andrizzi en una oportunidad. Parecía imbatible, sin embargo, parece ser que el destino tenía elegido un momento único, y éste sucedió a falta de siete minutos, cuando Andrizzi entró en contacto con una pelota que envió el pelado San Martín desde el centro tras varios intentos fallidos: dentro del área y rodeado por tres rivales, el 11 la defendió como un león, ingresó en el área entre tropiezos, se cayó, se olvidó de que lo abrumaban tres defensores del América, se levantó y pateó al arco. “No vi al arquero, simplemente pateé para adelante”, revelaría más tarde el propio Andrizzi, quien hizo rememorar a propios y extraños el gol de Kempes a Holanda en el ’78, aunque en esta ocasión, la camiseta sería bordó y celeste, muy similar a la de varios clubes ingleses (West Ham United, Aston Villa y Burnley, entre otros).
Mirá el gol inolvidable de Andrizzi ante América:
Y fue gol, claro. Llevándosela “de prepo”, como dijo el relator de televisión (Vignolo), “con el corazón como bandera”, como señaló Niembro (el comentarista de esa noche). El gol de Arsenal campeón de la Copa Sudamericana, el gol de su vida, el gol de la vida de cada hincha del Arse. Un gol que, 13 años después, continúa erizando la piel de cada celeste y rojo. Sin dudas, uno de los más gritados en toda la historia del club.
“Le decía a mi familia y al cuerpo técnico que algún gol iba a convertir. Y que me lo estaba reservando para la final. No había hecho ninguno en la Copa, pero yo me tenía fe. Y lo hice cuando el equipo más lo necesitaba, delante de 25 mil personas y de Diego Maradona”, dijo. Fue elegido el mejor jugador de la final (por ello ganó una camioneta de la marca del patrocinador) y se despidió del biotipo antihéroe, ya que no sólo es muy querido en Sarandí, sino también en Belgrano, donde fue partícipe de la victoria en la promoción ante River, y en Sarmiento, donde consiguió el último ascenso a Primera de los de Junín.
Cuatro días después de la final, Arsenal lució el trofeo y dio la vuelta en su estadio Julio Humberto Grondona en el marco de la última fecha del Torneo Apertura. En frente estaba Independiente. Una tarde especial y mucha algarabía en el Viaducto. ¿Cómo terminó aquel encuentro? Victoria 3-2 del Arse con un doblete de Calderón y un gol (¿de quién?) del mismísmo Martín Andrizzi, quien se despediría –también lo haría Alfaro, para luego retornar– tras sus 12 apariciones en el Clausura 2008, previo al viaje a Japón para disputar la primera Copa Suruga Bank (que Arsenal, con Garnero como DT, vencería con gol de Carlos Casteglione).
En total, Andrizzi sumó 78 participaciones con la celeste y roja y anotó 7 goles. Una marca que no dice mucho, pero que, sin dudas, una de esas siete conquistas, valió un trofeo, el primer trofeo de un club que estaba celebrando su 50º aniversario.
A 10 años después de la epopeya, Andrizzi ingresó con el trofeo en una cena conmemorativa con socios y simpatizantes del club realizada en las instalaciones del Julio Humberto Grondona:
Declaraciones del propio Andrizzi al programa partidario Hablemos de Arsenal tras cumplirse el 10º aniversario de la consagración:
Fotos: Fotobaires, Télam, El Gráfico, Olé, DyN, La Nación, Getty Images y Arsenal – Sitio oficial.