La llegada de Diego Armando Maradona como técnico de Gimnasia convulsionó a La Plata. Los números de la locura de los triperos se mensuran; la emoción vivida el domingo en el Bosque, no. Un día único e inolvidable.
De generación en generación, los triperos recordarán que el 8 de setiembre de 2019 vieron a Dios en el Bosque. Una deidad humana, imperfecta. Un mito construido en base a jugadas imposibles y un corazón enorme dentro de la cancha, porque lo que hizo o dejo de hacer afuera no importa, porque se equivocó y pagó y la pelota no se mancha.
Maradona y Gimnasia firmaron el domingo un pacto de sangre, una de esas historias de amor a primera vista propia de las novelas. El sufrido Lobo necesita felicidad y ver a Diego en el Bosque fue para los hinchas un bálsamo. Y el más grande jugador de todos los tiempos necesita sentirse necesario. Quiere trabajar. Nutrido del amor de la gente, conmovió verlo llorar en el Bosque. Lloramos todos.
Por eso, de emociones se trata esta historia, más allá de más de 20 mil personas en un entrenamiento, más allá de que el boom Maradona puede ser un buen negocio para el club: 3 mil socios entre nuevos y recuperados, ya no se aceptan solicitudes de asociación vía web porque hay que responder 2 mil. Ni hablar del merchandising, con 500 camisetas vendidas en horas a valores de entre 3500 y 4 mil pesos. Claro, tienen estampadas el apellido Maradona y el 10. Los números impactan. Nutren, sí, pero no son el eje de esta historia. Solo por esta vez, si alguien habla con el bolsillo, la respuesta llegará desde el corazón.
Gimnasia y Maradona se necesitan. Andaban sin buscarse, pero sabiendo que andaban para encontrarse. Pasionales y desenfrenados, el destino les debía un encuentro a la vuelta de los años. Gimnasia en pos de un inflador anímico y una esponja que absorba todas las presiones. Diego quiere ser feliz, en el pastito y cerca de la pelota. Por eso ésta tarde, donde hubo lágrimas, emociones, sueños y tantas cosas más. En la que el Diez tuvo 35 años menos y sintió que otra vez estaba en el San Siro y la sangre de san Gennaro se licuaba.
¿Saldrá bien? Ya salió bien, por una tarde inolvidable. Será mejor si Gimnasia se salva. Soñado si Maradona es feliz en el Lobo. A Diego hay que ayudarlo. A Gimnasia hay que ayudarlo.
Como en esas películas de personajes marginales entrañables, con una nobleza sobrehumana y el corazón sobre todo, el Diego y el Decano van juntos por caminos polvorientos. Creen.
Y ante la duda, bien viene una frase de una canción que la vida del Lobo la adaptó a las peores circunstancias. Hoy, es un canto esperanzado, porque…
…si pensás que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando, porque el tiempo no para.
Diego y el Lobo, tampoco.
Gracias Facu por tu sabios comentarios diarios, los Triperos estamos siempre expectantes a tus adelantos constructivos Y objetivos!!!
Grande Facu, siempre junto al lobo en las malas y en las buenas que ya van a venir
Gracias facu sos unos de los más grandes periodistas d la plata Genio ale