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Agustina Donato: “Sueño con jugar al fútbol cada día, de manera profesional y en el máximo nivel”

Altibajos, lesiones y  situaciones que marcan y calan hondo. La vida de Agustina Donato es una vida de superación y en esta entrevista a fondo, vamos a conocer a la jugadora y sobre todo a la persona. Pasen, lean y disfruten.

“Desde que tengo uso de razón recuerdo que me gusta jugar a la pelota”. Así comienza la charla con Agustina quien, desde muy pequeña y en una casa del barrio de Bella Vista, pateaba la redonda todo el día: “Siempre ayudó que tengo un hermano varón apenas más chico que yo, con quien hacíamos todo juntos, los dos jugábamos al fútbol. Recuerdo que no solo me la pasaba jugando en el patio de mi casa, también en la vereda con los chicos del barrio”.

Tenía 6 años y la pequeña Donato le entraba a la pelota donde podía y un año más tarde, ya radicada en Ramos Mejía, se anotó en una escuelita de fútbol, demás está aclarar que jugaba con varones, entre ellos, su hermano que era arquero. Allí nació la delantera, puesto que jamás abandonó.

Agustina Donato nació un 12 de marzo del año 1989 y a mediados de los años 90 no existían clubes de fútbol femenino para niñas, sin embargo, ella supo hacerse un lugar entre los varones: “A lo largo de mi infancia pase por tres escuelitas, la primera fue Mitre, después hubo otra que se llamó El Ciclón, donde salí campeona, obviamente jugando con varones. Y finalmente, un club que se llamaba La Scala que es el que más me marcó. Siento que esa fue mi etapa más formativa, consciente, donde más aprendí”.

La peque Agustina y la redonda. Foto: Personal de la jugadora

En La Scala la rompió jugando en las categorías 88 y 89 de las ligas de FAFI y FEFI (futbol 5). Lo hacía los sábados y también los domingos, día que le tocaba llevar la cinta de capitana y la camiseta número 10: “En un equipo de varones era todo un tema. Recuerdo haber sido una de las primeras mujeres que dejaron formar parte de esas ligas”.

A pesar de que en el club tenían un respeto especial (había un vestuario aparte para ella, entre otras cosas), cuando rondaba los 13 años sus padres dijeron basta: “La explicación de ese momento fue que, tanto yo como mis compañeros, estábamos comenzando a desarrollarnos, empezaban a hacerse notorias las diferencias físicas. Y por una cuestión de cuidado físico mío, ya había que cortar. No hubo ninguna discusión al respecto, tuve que aceptarlo con todo el dolor”.

Viéndolo a la distancia, Agu me cuenta que aquella fue una herida que tardó varios años en sanar y que incluso la acercó a un estado de depresión, la situación la obligó a colgar los botines. Al menos por un tiempo…

Abrazame, que afuera el mundo es un desastre

La vida deportiva de Agustina tomó un giro, no tan radical como piensa mucha gente: “Se juega en una cancha de once, prácticamente con las mismas dimensiones, con las mismas tácticas, las mismas disposiciones”. Y allí también fue delantera, estamos hablando de un deporte que se volvió bastante masivo en nuestro país: el hockey.

“Empecé a jugar a los 14 y hasta los 21, más o menos. El hockey fue mi refugio deportivo, me cobijó de una manera increíble. Ahí conocí lo que era entrenar en alto rendimiento, una exigencia que al dia de hoy no encontré en ningún club de fútbol. Ni hablar del grupo y los valores que aprendí”.

Palo en mano, nuestra delantera no se cansaba de hacer goles y a pesar de no tener una gran técnica, se destacaba y llegó a jugar en Primera División. El club se llamaba Sitas (Sociedad Italiana de Tiro a Segno) y así recuerda todo lo que aprendió: “Allí pulí características físicas y tácticas. Me hice una jugadora rápida, que baja y se involucra en la creación del juego, no solo en la terminación de las jugadas. Siempre fui de meter mucho, en esa época era una de mis características. Aprendí a tomarme ‘ese’ momento para definir. Fue muy importante el hockey, fundamental en mi formación como futbolista”.

El hockey, una nueva etapa en su vida. Foto: Personal de la jugadora

El hockey, tal como me lo cuenta, también la cobijó emocionalmente porque Agustina, cuando tenía 15 años estuvo presente la fatídica noche en que ardió Cromañón: “El club me ayudó muchísimo, no en hablarlo de forma directa porque  pensá que mis compañeras tendrían la misma edad que yo y era muy difícil abordar ese tema y tampoco tenían las herramientas. Salvo con alguna que otra persona que sí estuvo muy presente con el tema, yo creo que me salvó de otras maneras porque me dio todo lo que yo necesitaba en cuanto a distraerme, a estar permanentemente ocupada, a estar en un lugar donde me sintiera contenida, donde pensaba en otra cosa”.

El día 30 de diciembre del año 2004, la banda de rock Callejeros estaba iniciando su concierto en una discoteca llamada República de Cromañón. Esa noche, unas bengalas arrojadas desde el público presente, provocaron un incendio que se cobró la vida de 194 pibes y pibas. Agustina es una de las sobrevivientes de lo que ella misma define como “la tragedia de nuestra generación” y con la cual coincido plenamente.

En el Sitas encontró un espacio de contención, uno que no muchxs pibxs tuvieron la suerte de hallar: “El verano del 2005, mas allá de estar yendo todos los días al Hospital Santojanni, lo recuerdo en el club, en la pileta del club con mis compañeras. Después haciendo la pretemporada, aunque con algunos problemas físicos, porque tenía que esperar resultados de estudios neumológicos y esas cuestiones. Pero, ya te digo, más que nada me sirvió para estar en un ambiente sano y haciendo otras cosas”.

La tragedia de Cromañón sigue presente y activa en nuestra sociedad. Muchas cosas han pasado, muchos idas y vueltas en la justicia argentina. Seguimos recordando a las víctimas, las que están y las que no pudieron sobrevivir, pasaron 15 años y parece que fue ayer.

El hockey, una etapa importante y un espacio de contención aún más. Foto: Personal de la jugadora

¿Por qué dejar que tus sueños se desperdicien?

“A comienzos del 2013, una amiga de toda la vida me invitó a jugar un partido de fútbol, ella tenía un equipo de amigas con las que se habían inscripto en un torneo. Ahí fue el reencuentro con el amor”. Así, nuestra delantera volvió a jugar al fútbol.

Gambeta Femenina es una organización que promueve, desde el año2006, torneos de fútbol para mujeres. Allí llegó Agustina con La Resaca, el equipo del que formaba parte: “Yo creo que de lo que es el fútbol amateur, es el torneo de mejor nivel en cancha de 5. Empezamos en la División C, la más baja, y ese equipo fue mi vuelta al fútbol. Volví a disfrutar, a sentirme capaz de jugar, fue una resurrección para mí”.

Y volvió con todo, ya que La Resaca ganó los torneos de las divisiones C y B, llegó a la A y obtuvieron tres torneos consecutivos: “Fue una fiesta, yo la recuerdo como una de las mejores épocas de mi vida. Las cosas que hice en ese torneo creo que son de las mejores que le di al fútbol. Si bien era cancha de 5, nunca pude dejar de ser 9. Fui goleadora de todos los torneos que jugué”.

La Resaca, el equipo que la devolvió al fútbol. Foto: Personal de la jugadora

En Gambeta participaron muchas jugadoras que hoy en día vemos como consagradas en la Primera División de nuestro fútbol como son los casos de la arquera María Florencia Chiribelo de River y Camila Gómez Ares de Boca Juniors. Junto con Romina Gómez Pinto (actual jugadora de Comunicaciones) armaron un equipo paralelo a La Resaca que participaba en lo que se denominaba La Liga de Honor. El team se llamaba Crack FC y en él también jugó “La Zurda” Rosana Gómez (ex jugadora de Boca y ex DT de Rosario Central). El sueño de jugar se consolidaba, porque Rosana le abrió las puertas del fútbol grande de AFA llevándola a entrenar a UBA donde ella era DT: “En UBA entrené y le agarré el gusto a la cancha de once, veía el mundo que me estaba perdiendo y veía que encajaba perfectamente, a pesar de nunca haber jugado en once”.

Donato esperaba que se abriera el libro de pases para ficharse en las universitarias, mientras tanto era feliz participando de la Liga de Honor de Gambeta, pero ocurrió algo inesperado: “Ahí sufro la primera desgracia de mi carrera. Cuando termina la fase regular (de la Liga de Honor) y éramos las grandes candidatas a salir campeonas, me rompo los ligamentos cruzados por primera vez (en la rodilla derecha) pero jugando para La Resaca”.

Gómez tenía una escuelita de fútbol en Ituzaingó llamada Cenared. Cuando decide volver a vivir a Rosario, la dejó a cargo de la misma a Agustina, quien se recuperaba de su lesión: “Estuve a cargo dos años, que me hicieron inmensamente feliz. Era una escuelita de futsal, imagínate, ser técnica, formar nenas, enseñarles de táctica. Fue algo que me marcó un montón”.

La DT junto a sus pequeñas futbolistas. Foto: Instagram de Agustina Donato

Un día, mientras buscaba organizar partidos amistosos para sus nenas, llegó a contactarse con Sebastián Greco, quien estaba formando el equipo de fútbol femenino del Deportivo Morón para ingresar a competir en la flamante Primera B de AFA. Crespo la tentó varias veces y Donato aceptó el desafío.

En el Oeste está el agite

“En Morón descubrí todo. A pesar de que las cosas fueron muy difíciles, fue todo crecimiento. Empezamos en la B, tuvimos un primer torneo de transición, irregular. Fuimos viendo de qué iba la cosa, porque para la mayoría de nosotras era su primera vez en once y en AFA”.

De menor a mayor fue la cosa. En ese primer torneo terminaron en la séptima posición y en el segundo llegó la consagración: “Tuvimos un muy buen torneo. Las condiciones de entrenamiento eran bastante malas, pero teníamos una calidad de jugadoras que, cuanto más pasa el tiempo, más grande es ese equipo”.

Y Agustina no la pifia, en aquel conjunto atajaba Débora Erra, actualmente en Racing, con solo 14 años jugaba y era figura Daiana Falfán (UAI Urquiza), Daiana Miño (Huracán), Rocío Iuzzolino (Racing), Estefanía Laxagueborde y Romina Díaz (Platense). Todo un equipo que actualmente forma parte de la elite del fútbol femenino argentino.

Deportivo Morón salió campeón de aquel torneo que se jugó entre los años 2016 y 2017. Donato fue la goleadora del certamen con 17 tantos, sin embargo, se quedó con la espina de jugar la final del mismo frente a Excursionistas, pero dejemos que lo cuente ella: “No estuve en esa final por una cuestión increíble. Cayó fuera del calendario y yo tenía pasajes para viajar a USA con mi familia. Hice un intento increíble e inverosímil para estar, porque me encontraba en Miami y saqué pasaje para volver a jugar y después regresar a Nueva York. Así y todo no pude estar porque se retrasó uno de los vuelos. Lo cuento y es increíble, es una gran anécdota, pero en ese momento fue uno de los dolores más grandes de mi vida”.

Varada y desconsolada en el aeropuerto de Miami, no le quedó otro remedio que verlo por TV. Sus compañeras, una vez consagradas, le dedicaron el triunfo posando para la foto con la camiseta número 9, la de la goleadora del equipo.

La consagración frente a Excursionistas y la camiseta número 9 en el festejo. Foto: Diario La Futbolista

Ya en Primera División comenzó el periodo de adaptación en la elite que costó bastante y, luego de un arranque con cuatro derrotas consecutivas, lograron hilvanar otras cuatro victorias. En la primera de esas victorias, Agustina marcaría el primer gol de Morón en Primera División, fue en el 1 a 0 frente a Atlanta.

Llegó el año 2018 y durante la pretemporada comenzaron a surgir algunos desacuerdos y cortocircuitos con el Cuerpo Técnico, para colmo, cuando arrancó la segunda parte del torneo volvió a ocurrir lo inesperado: “Frente a UBA me rompo los ligamentos cruzados ni bien empezó el partido. Ese dia dejó mucho que desear el comportamiento de todo Morón. Mis compañeras me ayudaron a salir de la cancha, la médica reglamentaria no tenía nada para darme y yo me moría del dolor, lloraba”.

No fue un ligamento, fueron tres y de la pierna izquierda. La operación iba a ser complicada y su relación con el club, de ahí en más, empeoraría: “No se ofrecieron a nada, no me ofrecieron hacerme una resonancia y mucho menos a realizar la operación, ni a cubrir la kinesiología. Ahí empieza el conflicto en donde yo me comunico con los dirigentes y les manifiesto la necesidad de que me ayuden económicamente con la operación”.

Una amiga le prestó el dinero para poder operarse, mientras tanto, el club no se daba por aludido y dilataba cada respuesta. Llegó diciembre y con él una demanda civil que aún no se ha resuelto: “Me interesa, más que nada, que Morón reconozca la responsabilidad que tenía sobre la situación. Una jugadora federada que te representa, se lesiona con tu camiseta, en un torneo oficial de AFA, en tu cancha y ¿vos no haces absolutamente nada al respecto? Me parece que en el marco de estas luchas que estamos dando por el reconocimiento de nuestros derechos, es imposible dejar pasar una situación como esta”.

Además de demandar al club, Agustina también demandó a AFA y en las reuniones conciliatorias solo se presentó la aseguradora de la Asociación del Fútbol Argentino. El conflicto continuará en abril de este año cuando se lleve a cabo una audiencia. Por su parte, Futbolistas Argentinos Agremiados, acompañó y apoyó el reclamo de la jugadora.

Agustina jugó 43 partidos oficiales en Morón y marcó 38 goles. Foto: Solo Fútbol Femenino

Así terminó su paso por Deportivo Morón, sin embargo, Agu no deja pasar la oportunidad para manifestarme algo: “Siempre voy a estar agradecida con Morón porque fue el club que me abrió las puertas al fútbol once. Lo mismo con Sebastián Crespo, por haberme dado lugar en su equipo, por haberme hecho más jugadora, pero  una cosa no quita la otra. Así como fui agradecida, tuve que decir todo lo mal que se habían portado conmigo”.

No es momento para ser cobarde

El año 2018 va a quedar grabado en la memoria de la delantera como uno de los más difíciles de su vida. Pasó dos veces por el quirófano porque la lesión tuvo algunas complicaciones y llegó a pensar que ya no volvería a jugar. Sin embargo, la vida y claro ¡el futbol! Siempre dan revancha. En enero del 2019 llegó a Platense.

El club se movió y la fichó mientras ella se encontraba de vacaciones, fue todo a distancia: “La verdad es que en Platense se la jugaron mucho por mí, porque me ficharon a ciegas prácticamente, sin hacerme una prueba, sin hablar conmigo personalmente. Desde ese momento estoy muy agradecida con Platense. Apenas volví de las vacaciones comencé la pretemporada con un grupo hermoso que me dio la bienvenida desde el principio y un cuerpo técnico serio”.

Platense, tal como lo manifiesta, es el club que le dio la oportunidad de volver a sentirse jugadora y durante lo que va del torneo actual, la delantera logró afianzarse y ser una de las alternativas de la dupla técnica conformada por Miguel Ángel Barboza y Leandro Belfi.

Agustina y Platense, un nuevo romance en su carrera. Foto: Twitter @capfutfem

Pero Agustina es una jugadora exigente y se pone metas: “Me costó mucho volver a asentarme y a ganarme la titularidad y lo terminé haciendo recién en la cuarta o quinta fecha de este torneo. Pude hacer algunos goles pero todavía no pude volver a lograr ni la confianza, ni la regularidad que necesito y la que el equipo necesita de mí. Ese es el desafío para este año, hacer una buena pretemporada que deje definitivamente atrás todos mis problemas físicos. Quiero devolverle al club esa confianza que depositaron en mí. Quiero lograr la profesionalización y el crecimiento, pero tengo claro que esas cosas van a venir solas en tanto y en cuanto yo rinda, y el futbol femenino siga creciendo, generando estos espacios y estos avances para la disciplina”.

La vida de Agustina Donato estuvo enmarcada por los altibajos. Superó el dolor de dejar de jugar cuando era muy pequeña y lo transformó en fuerza para seguir ligada a la actividad deportiva a través del hockey. En ese ambiente que, además de brindarle contención cuando ocurrió un hecho tan trágico como el de Cromañón, también le dio la posibilidad de conocer a una de sus referentes deportivas: Luciana Aymar. La mayoría de edad la encontró jugando nuevamente al fútbol y sufriendo lesiones muy dolorosas, así y todo, se reinventó y siguió adelante, ustedes se preguntarán ¿no tiene un ídolo o ídola en el fútbol? Sí, lo tiene y se llama Martín Palermo, un referente muy fuerte, una persona que, tal como le ocurrió a ella, sufrió lesiones y momentos trágicos en su vida. Sin embargo, el Titán supo hacerle frente a esas vicisitudes y siguió adelante.

Agustina siempre tuvo en claro lo que quería, se cayó y se levantó. Es una luchadora y una gran persona que vive con pasión, que pelea el día a día y no se rinde. Tiene 30 años, es abogada y mira su futuro deportivo con optimismo. En la cancha y en la vida, Donato siempre va a ser una campeona.

Y, claro está, también una soñadora: “Sueño con jugar al fútbol cada día, de manera profesional y en el máximo nivel”.

Foto principal: Twitter del fútbol femenino del club Platense (@capfutfem)

Diego González

Diego Gonzalez nació un 11 de agosto del año 1975 en el Hospital Evita de Lanús, exactamente el mismo lugar donde también nació un cara sucia de Fiorito que años más tarde regaría de alegría el suelo argento. Estudió historia, de ahí su pasión por esa rama de las Ciencias Sociales, además de trabajar en una escuela pasa varias horas de la semana metido en el Archivo Histórico de Barracas donde aprendió a desempolvar documentos, libros y fotos. Hace un tiempo estuvo recluido en un retiro espiritual rogándole (quien sabe a quién) que sus neuronas no lo abandonen y se alineen correctamente para poder hacer uso de su pluma en pos de informar y entretener, siempre desde sus tres pasiones: la historia, el fútbol de ascenso y, desde hace algunos años, el fútbol femenino.

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1 Comentario

  1. Juan dice:

    Platense es una mierda

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