Boca Juniors

Adiós al guerrero guaraní

Murió Roberto Cabañas, se fue un símbolo de Boca y de la Selección de Paraguay. A la temprana edad de 55 años su corazón dejó de latir pero su recuerdo jamás se apagará.

Oriundo de Pilar, en el Departamento de Ñeembucú, hizo su debut deportivo con la camiseta de Cerro Porteño, en 1978. Dos años más tarde se fue al fútbol de los Estados Unidos y estuvo 4 años en las filas del New York Cosmos (el equipo que tuvo – entre otros – a Pelé, Franz Beckenbauer y Johan Neeskens).

En 1985 emigró hacia Colombia y defendió los colores de América de Cali, donde alcanzó 3 finales consecutivas de la Copa Libertadores de América (lamentablemente no pudo alzarse con el trofeo).

Tras 28 años de ausencia, Paraguay regresaba a una Copa del Mundo y fue Cabañas quien marcó el camino en el triunfo 3-0 sobre Chile en el encuentro de ida por el repechaje.

Debut con victoria ante el débil (y debutante) seleccionado de Irak por la mínima, empate 1-1 con el local México y una igualdad en 2 frente a Bélgica (Cabañas gritó por duplicado), aseguraron una meritoria clasificación a octavos de final. Luego apareció la Inglaterra de Gary Lineker y las esperanzas guaraníes se esfumaron con un categórico 0-3 en el Estadio Azteca.

Las brillantes actuaciones le permitieron a Roberto dar el salto hacia el Viejo Continente. Y fue Francia quien le abrió las puertas: primero Brest y luego Lyon, para señalar 52 tantos en 97 partidos.

Pero un llamado del otro lado del Atlántico fue más fuerte. Los esperaba el “Mundo Boca”. Nacía un idilio interminable.

Cabañas llegó a un equipo golpeado: 11 años sin títulos; una reciente (y dolorosa) final perdida ante Newell´s Old Boys dejaron a Boca sin estrella y con la imperiosa necesidad de terminar con la sequía.

El debut del paraguayo fue soñado: un jueves por la noche Boca en apenas 15 minutos perdía 0-2 ante Vélez Sársfield en la Bombonera. Y para colmo, Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri habían marcado los goles. Sin embargo, Cabañas se lució con un triplete y dio vuelta el marcador para fundirse en un abrazo con esa hinchada que iba a adoptarlo como un hijo. El amor a primera vista fue inmediato: Cabañas era ese jugador “hecho a la medida de Boca”.

Después llegaron los duelos ante el archirrival de toda la vida. Cabañas era mañoso, difícil de marcar, ventajero… disputaba la pelota como si fuera la última. Y su mejor arma era el golpe de cabeza. Es que Roberto pareció tener siempre ese “ADN xeneize” y se ganó el corazón de un pueblo.

El calvario llegó a su fin para Boca con la obtención del Apertura 1992. El conjunto de la Ribera no se conformó y fue por más: rompió el mercado con la contratación de Alberto Acosta y ya tenía los goles de Sergio Martínez. ¿Pero que pasaría con el gladiador guaraní? A Roberto no le importó ser suplente, jugar en una posición que no era la suya (el “Maestro” Tabárez lo improvisó como número 8). Todo sea por vestir la camiseta que tanto amaba.

Se fue Tabárez, pasó Jorge Habbeger, volvió César Luis Menotti… Cabañas no tuvo lugar y debió recalar en el Barcelona de Ecuador. Regresó a Boca en 1994, pero apenas jugó 4 partidos: el idilio se mantuvo pero más afuera que adentro de la cancha.

Tuvo cruces picantes con declaraciones explosivas, todas en contra del Mundo River. Lo trató al mismísimo Oscar Ruggeri de “tortuga” y anticipó que iba a hacerlo expulsar en el duelo por eliminatorias camino a Estados Unidos 1994 (finalmente la Argentina se impuso 3-1 en el Defensores del Chaco).

Fueron 16 goles con la camiseta auriazul en 60 partidos; 2 a su peor enemigo pero por torneos de verano. Cabañas dejó una huella imborrable en el hincha de Boca. Y siempre supo que tuvo sus defensores y detractores. Por eso se prestó a ese juego de chicanas en el cual se sintió más hincha que jugador.

Se nos fue Roberto, el “Paragua”. Un luchador que de a ratos regalaba fútbol. No fue la lluvia, tan sólo unas cuantas lágrimas que regaron desde Caminito hasta el Riachuelo. El pueblo xeneize lo adoraba.

El entrañable escritor paraguayo Augusto Roa Bastos dijo alguna vez: “No se ha sabido nunca si la vida es lo que se vive o lo que se muere”. Cabañas siempre la vivió con una sonrisa. Hasta siempre, Roberto.

(Especial de Emiliano Schiavi, para el Rincón del Fútbol)

(Foto: La Bombonera.com.ar)

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1 Comentario

  1. Diego dice:

    Gracias Emi. Recuerdo cuanto lo.odie hasta que apareció El Guille!

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